En un mundo en crisis, las instituciones de educación superior pueden y deben oficiar como espacios de debate y construcción de propuestas superadoras ante los desafíos que marca la realidad.

Fotos: gentileza de Rodrigo Ávila Huidobro.
Por Prof. Rodrigo Ávila Huidobro*
En un mundo en crisis, las universidades podemos y debemos oficiar como espacios de debate y construcción de propuestas superadoras ante los desafíos que nos marca la realidad. La Universidad Nacional de Avellaneda (UNDAV) viene sosteniendo un trabajo en conjunto con organizaciones y otras universidades, en pos de visibilizar la agenda de los pueblos indígenas y fortalecer un diálogo intercultural. Es el caso del vínculo con las Organizaciones de Pueblos Indígenas del Noroeste de Argentina (OPINOA), que tuvo como uno de sus frutos un viaje en el mes de marzo por los territorios de algunas de las 176 comunidades que integran el espacio. Y con la que se están desarrollando articulaciones desde las carreras de Turismo, Ciencias Ambientales, Arquitectura, Abogacía, Gestión Cultural, Artes Audiovisuales, Enfermería y el trayecto transversal Trabajo Social Comunitario. Como nos dice el referente Walter Barraza, “no queremos que nos vean solamente como un problema, sino también como parte de la solución, tenemos muchos saberes para enriquecer al conjunto de la sociedad”.
La agenda de los pueblos indígenas tiene que ver con el reconocimiento de sus identidades en un país en el que la expresión “venimos de los barcos” está fuertemente instalada en el sentido común. Y, sin embargo, desde nuestra independencia, que se ha conmemorado en estos días, los pueblos indígenas han estado presentes en la historia nacional. Es conocido que la declaración del Congreso de Tucumán de 1816 se redactó en castellano, quechua y aymara. Sin la participación de las comunidades indígenas no había emancipación posible. El poncho que los lonkos mapuches le dan a San Martín para que pueda atravesar sus territorios, y que hoy se exhibe en el Museo Histórico Nacional, es otro testimonio de estas relaciones entre pueblos indígenas y los líderes del proceso de liberación de Nuestra América.
No obstante, con la consolidación de proyectos conservadores en la conducción del Estado -y con la derrota de aquel proyecto de integración regional latinoamericana-, los pueblos originarios fueron objeto de la expoliación de sus territorios o bien fueron reducidos a la servidumbre en diversas explotaciones. El caso de los ingenios azucareros, analizado por Hugo Trinchero en Los Dominios del Demonio. Civilización y Barbarie en las fronteras de la Nación, da cuenta de cómo los pueblos indígenas fueron no sólo expropiados de sus territorios ancestrales, sino también explotados como fuerza de trabajo.
Excede a este artículo hacer un recorrido minucioso que recupere las diversas políticas del estado argentino en relación a los pueblos indígenas. Sí podemos señalar que ha prevalecido la negación de sus identidades y el avasallamiento de sus derechos. Fundamentalmente, de los territorios, pese a que desde 1994 nuestra Constitución Nacional reconoce la preexistencia étnica y cultural de los pueblos indígenas argentinos y garantiza la posesión y propiedad comunitarias de las tierras que tradicionalmente ocupan.
En 2006 se sancionó la Ley 26160, para llevar adelante el relevamiento de los territorios indígenas, suspendiendo además los desalojos. En 2021 vencerá la tercera prórroga. Según Barraza, a la fecha hay aproximadamente 7.000.000 de hectáreas relevadas, correspondientes a menos de la mitad de las comunidades reconocidas por el INAI. En el Congreso Nacional, OPINOA ha presentado el año pasado un proyecto de ley de Propiedad Comunitaria Indígena de la Tierra, acompañado por la UNDAV a través de la Resolución 413/2019 del Consejo Superior. Algunos puntos a destacar: la propiedad comunitaria indígena es inalienable, indivisible, intransferible. La sanción de esta ley posibilitaría un ordenamiento territorial que pondría fin a décadas de conflictos y despojos. Y nos interpela sobre qué modelo de país queremos para nuestro futuro. Desde los pueblos indígenas se propone proteger la biodiversidad para garantizar la vida de toda la humanidad. Las universidades tenemos un papel que cumplir.
* Coordinador Programa Desarrollo de la Cultura Nacional y Latinoamericana, Secretaría de Extensión Universitaria – Docente Trabajo Social Comunitario.

Territorio indígena. Comunidad Tilquiza, Pueblo Ocloya – Provincia de Jujuy.
Julio/Agosto 2020 | Edición #86