“La Argentina parece haber olvidado la idea del destino sudamericano”

Para el filósofo, ex secretario de Coordinación Estratégica para el Pensamiento Nacional, la celebración del Bicentenario de la Independencia se ve “oscurecida” por una “regresión conservadora”.

“Tenemos que festejar el Bicentenario”, afirma el filósofo Ricardo Forster. Pero “vamos a ver festejos, entre comillas, más aplanados, carentes de pueblo, y una sociedad perpleja por una cantidad de cosas que hoy están sucediendo en nuestro país”, asegura.

con información dialogó con quien fuera secretario de Coordinación Estratégica para el Pensamiento Nacional durante el último gobierno en el marco del Ciclo “Pensar el Bicentenario”, organizado por el Centro Universitario de las Industrias Culturales Argentinas. Las contradicciones de nuestra sociedad, su pasado y su presente, y las reminiscencias de las tradiciones emancipadoras, son algunos de los aspectos acerca de los cuales hizo referencia.

Hoy, a doscientos años de nuestra Independencia ¿En qué aspectos o cuestiones puede decirse que continuamos colonizados?

Cuando estábamos transitando el Bicentenario del 25 de Mayo hacía una suerte de juego. Le decía a la gente: ‘Imagínense ustedes que en vez de haber acontecido la Revolución de Mayo en 1810 hubiera acontecido en 1795 y que en vez de estar festejando ahora con un gobierno que recupera la idea de Patria, de soberanía, de desendeudamiento, de valores ligados a la solidaridad, nos hubiera caído en plena década neoliberal, de relaciones carnales ¿Qué 25 de mayo estaríamos festejando?’. Paradójicamente, ahora no es una pregunta contra fáctica, sino que, efectivamente, la realidad muestra que la Argentina que hoy marcha hacia su Bicentenario se parece muchísimo en términos ideológicos, de modelo de sociedad, de relaciones con EEUU, por ejemplo, a los gobiernos neoliberales de los 90.

¿Qué significancia tiene la celebración del Bicentenario en dicho contexto?

Significa que una fecha tan importante, tan significativa porque es fundacional de nuestra nacionalidad aparece oscurecida por una época de regresión conservadora, neoliberal, donde la Argentina está rompiendo sus pactos fundamentales con América Latina en un sentido profundo y va hacia la Alianza para el Pacífico, rearma una relación con Estados Unidos que es una relación de vasallaje, y quiere terminar de resolver los encuentros y los pactos con Europa. La Argentina parece haber olvidado aquello que marcó durante 12 años la idea del destino sudamericano. Entonces, claro, la Independencia en el 16 era parte de toda una movida que no abarcaba solamente a esta nación llamada Argentina, que estaba surgiendo, sino que se hallaba allí también el proyecto sanmartiniano de independizar a Chile, a Perú, lo que venía haciendo Bolívar. Esa América Latina, ese imaginario emancipador de los Padres Fundadores no es coincidente con quienes hoy gobiernan a la Argentina, que tienen una mirada totalmente antagónica y están en las antípodas.

Unitarios y federales, peronismo y anti peronismo, los 70’, la grieta. La sociedad argentina ha vivido sumida en constantes escisiones ¿Ello habla de cierta “falta de madurez”?

No es inmadurez. La Argentina no ha resuelto sus contradicciones principales. Sigue atravesada por un conflicto que tiene que ver con la distribución de la renta, con sus permanentes búsquedas de un proyecto que tienda a generar condiciones de una mayor igualdad. Fue el primer peronismo, fueron algunas de las ilusiones fundacionales de la Revolución de Mayo, fue el peronismo de los 70, fue la experiencia del kirchnerismo. Y esa Argentina que genera precisamente la recuperación de las grandes tradiciones emancipatorias es muy molesta, es antagónica al proceso de concentración de la riqueza, a la desigualdad, a la injusticia, al endeudamiento, a la desindustrialización, a esa corrupción estructural que hace que a la gente parece que no le interese que los principales miembros del Gobierno tengan su dinero y mucho más de lo que declaran fuera del país, en paraísos fiscales, en acciones en grandes empresas internacionales. Alguno de sus ministros están claramente en los dos lados del mostrador y eso no interesa.

Entonces, no cabe duda que la discusión sobre la Independencia tiene que ver con el presente. Uno siempre va al pasado tocado y atravesado por las demandas del presente, nunca leemos de la misma manera la historia sino que esta va cambiando. Si bien hubo algo que se llamó 9 de julio de 1816, cada contexto histórico va resignificando esa historia. Entonces, vamos a ver seguramente festejos, entre comillas, más aplanados, pobres, carentes de pueblo en Tucumán y una sociedad perpleja por una cantidad de cosas que hoy están sucediendo en nuestro país.

Usted ha referido en otras oportunidades que la Argentina ha vivido dos independencias ¿Por qué?

El año pasado en la Secretaría de Pensamiento Nacional hicimos una serie de foros cuyo título era “Foros hacia la nueva Independencia”, en el sentido de que estábamos convencidos de que el proceso histórico que estaba viviendo América Latina implicaba reencontrarse con las mejores tradiciones emancipatorias pero, a su vez, generar las nuevas condiciones para una inflexión, para una novedad. Hoy estamos viendo como hay una oleada de restauración neoliberal en el continente que plantea otras demandas.