El Nuevo Cine Latinoamericano

Hacia finales de la década del 50 comenzó a gestarse en diversos países de Latinoamérica un movimiento fuertemente imbuido por la realidad social que exploró nuevas formas de producción. ¿Cómo surgió? ¿Qué objetivos perseguía?

Por Pablo Rovito | Director | Licenciatura en Artes Audiovisuales - UNDAV

El Nuevo Cine Latinoamericano fue un movimiento fuertemente imbuido por la realidad social de mediados del siglo XX, de neto corte autoral y que exploró nuevas formas de producción, alejándose del sistema industrial de filmación en estudios. Pero si sólo lo viéramos desde esa perspectiva, no se diferenciaría mucho de lo que fue el neo realismo italiano u otros movimientos similares.

Lo que lo caracterizó, esencialmente, fue que se propuso como un cine con una mirada propia, que desafiaba los conceptos estéticos imperantes que llegaban de Europa y Estados Unidos, un cine militante que tenía la esperanza de cambiar la realidad social de los países de Latinoamérica y que fue, si no el único, al menos el primero y más sólido movimiento que involucró a toda una región, con la representación de países con historias y realidades muy diversas.

El inicio puede situarse en la producción de Tiré Dié y Los Inundados, del argentino Fernando Birri, con su icónica Escuela de Cine de Santa Fe; con el cinema nuovo brasileño inaugurado por Glauber Rocha, en Brasil; o en los primeros encuentros del Festival de Cine de Pésaro en la década del 60. Pero todos coinciden en que el momento clave fue el Encuentro de Cineastas Latinoamericanos de Viña del Mar, Chile, en 1967, que tuvo entre sus mayores impulsores al chileno Aldo Francia, al productor argentino Edgardo Cacho Pallero y al cubano Alfredo Guevara.

Los nombres de los cubanos Santiago Álvarez, Julio García Espinosa y Tomás Gutiérrez Alea, de los brasileros Nelson Pereira Dos Santos y Ruy Guerra, de los chilenos Raúl Ruiz y Miguel Littín, los argentinos Fernando Solanas y Octavio Gettino, el boliviano Jorge Sanjinés (entre muchos otros), se suman a los ya nombrados, generando una nueva constelación de realizadores, autores, con un cine nuevo, avasallante, y que, si bien reconoce antecedentes y referentes en otras cinematografías, irrumpe con una mirada propia y estampa su huella en el cine mundial.

El movimiento se afianzó definitivamente con la reflexión teórica de varios de sus exponentes. Cine y subdesarrollo, de Fernando Birri; La estética del hambre, de Glauber Rocha; Hacia un tercer cine, de Octavio Getino y Fernando Solanas; y Por un cine imperfecto, de Julio García Espinoza, conforman una bibliografía imprescindible para entender la historia del cine de la región.

Foto: Difusión s/dda.

Marzo 2018 | Edición #62