Lejos de ser meramente una actividad del tiempo libre, es lo que nos hace libres. Genera bienestar y nos construye como seres humanos y ciudadanos.

Por Héctor Ariel Olmos | Director de la Licenciatura en Gestión Cultural | Departamento de Humanidades y Artes - UNDAV
La cultura nos hace bien. En el doble significado de que genera bienestar y de que nos construye como seres humanos, como ciudadanos, si nos movemos con un concepto amplio de cultura, considerándola como una forma integral de vida, para gestionarla y formar así los agentes necesarios que aporten al desarrollo de las personas y las sociedades.
En cada uno de nuestros municipios hay que pensar las políticas culturales y su gestión en función de la inclusión social, porque no tenemos opciones, aunque lo parezca: un sentido restringido (artes, literatura, patrimonio, espectáculos) a menudo lleva a ampliar las grietas en lugar de saldarlas. Aun cuando se mejore la circulación económica e incorpore más gente al circuito producción-difusión-consumo. Pero, ser ciudadano no es lo mismo que ser consumidor. La creación cultural es el espacio que confiere sentido al progreso material -y no al revés- porque es factor de identidad social.
Trabajamos sobre el horizonte simbólico de la comunidad. Contribuimos a la construcción del tejido social. Algo que no debemos perder de vista ya que, a menudo, los planteos economicistas nos diluyen. La cultura no es la continuación de la economía por otros medios.
En diciembre de 2001 el país estalló. No había dinero, apenas casi monedas, represión, se sucedían esperpentos presidenciales... ¿Qué buscaban los grupos de teatro independiente que se formaron, los foros de discusión, los encuentros de intelectuales y artistas, durante el 2002? ¿Salvarse económicamente? Por cierto que no: intentaban al menos las preguntas para encontrarle significado al estar en este lugar del mundo.
Porque ahí se halla la clave: vivir en comunidad con un sentido. Y en la medida en que contribuya a eso, la cultura (nos) hace bien. El gestor cultural es un operador del sentido: cataliza esas energías que atraviesan la cotidianidad y ayuda a mejorar la calidad de vida, aportando a un desarrollo verdaderamente humano.
Octubre 2017 | Edición #59