Ariel Prat
El músico y compositor argentino habla del nuevo CD - libro editado por UNDAV Ediciones De este lado del Plata. Cantos y Ritmos de Murga Argentina. “Soy un vehículo entre el escenario y la calle”, confiesa “El Juglar”.

De un tiempo a esta parte “El Juglar”, Ariel Prat, cantante, músico, compositor, poeta e intérprete multifacético e incansable no deja de recibir parabienes. Ha estrenado “No sólo murga”, disco a través del cual ha incursionado en el nada sencillo mundo de la producción independiente, y ha presentado en la Universidad Nacional de Avellaneda (UNDAV) De este lado del Plata. Cantos y Ritmos de Murga Argentina, CD-Libro editado por UNDAV Ediciones, del cual es compilador. “Lo hicimos con la idea de que la comunidad educativa nacional pueda tener acceso a este material en las aulas musicales”, asegura quien, con un dejo de modestia, dice que lo único que él ha hecho con la murga ha sido “desempolvarla de los trastos viejos del patio”.
Prat se define como “un vehículo entre el escenario y la calle” y, como decía el director de cine alemán Max Ophüls, sigue la receta de los viejos poetas: “Me guío por el misterio y la magia más que por una elección racional”, confiesa. Así, cuando se le pide alguna precisión respecto a la murga y su catalogación dentro del ancho mundo de la cultura musical y el universo inconmensurable de los bailes y de los ritmos, Prat no duda: “Si el peronismo es el hecho maldito del país burgués, la murga es el hecho maldito de la cultura popular”.
¿Cuáles son los orígenes de la murga rioplatense?
La murga nuestra tiene una pata muy negra que es, precisamente, la comparsa negra. Arranca con ella y, luego, por naciones se van formando diferentes comunidades en las cuales entraba lo que es el candombe, por ejemplo, que es más un lugar de encuentro que un toque, porque los toques del candombe son diferentes. En Buenos Aires se dio de una manera y en Montevideo de otra. Así, distintas rítmicas que fueron originarias de esos candombes, fueron traspasando y transformándose en otras cosas como el malambo, la chacarera, un montón de rítmicas que tienen que ver con la ruta del esclavo.
¿Dónde entra la comparsa en este contexto?
En Buenos Aires eso luego se transforma en la comparsa. El primer corso oficial fue en el año 1869. Cuando van desfilando las primeras comparsas ya el elemento afrodescendiente se iba desdibujando dentro de lo blanco. Y, paradójicamente, a partir de eso va naciendo lo que sería la murga, la cual se forma en los barrios con la llegada de las corrientes migratorias de Europa. Llega el bombo, que suplanta los tambores, llega la palabra murga, que viene de Cádiz, España.
Te has referido al baile murguero de la Argentina como “el eslabón perdido entre el compadrito y el negro”. Explicanos un poco eso.
En realidad es así. El baile nuestro tiene todos los condimentos de la milonga, toda la parte negroide, como se le dice, que tiene el tango. Dicen que la milonga evolucionó del tango y la murga quedó en ese espacio, en ese limbo, que es un patrimonio vital e intangible porque es un baile único que viene de ese viejo candombe.
¿Cómo se va dando el pasaje de la comparsa negra a la blanca?
Precisamente se van adoptando más costumbres y guiños de lo que es la inmigración que va poblando la Argentina, con la llegada de los italianos del sur, la llegada de la tarantela, del paso doble. Y eso hizo que las agrupaciones de carnaval que iban desfilando como comparsas incorporen esos segmentos. Pero hoy en la murga queda la ropa, la galera, los guantes, el bastón, la formación, el desfile que viene de la comparsa original negra que era salida de los candombes. Me refiero a las levitas, toda nuestra ropa y parte importante de nuestra coreografía, sobre todo.
Entrevista realizada en Inclusión y Construcción, programa radial de la Secretaría General. Edición: Diego Orcoyen.