Huyendo de guerras civiles y condiciones de vida misérrimas, se lanzan a atravesar fronteras y a cruzar el Mar Mediterráneo en embarcaciones en extremo precarias.

Por Fabricio Laino Sanchis y Leticia Marrone
El viernes 5 de mayo pasado tuvo lugar en nuestra universidad el Seminario Internacional “El discurso de los derechos humanos entre Italia y Argentina como patrimonio cultural”. Por la mañana, en la mesa redonda en la cual disertaron el Dr. Gennaro Carotenuto, de la Università di Macerata; el Dr. Claudio Tognonato, de la Università degli Studi di Rome Tre; las Lic. Clarisa Veiga y Lorena Battistiol, de la Asociación Abuelas de Plaza de Mayo, y el Dr. Nicolás Diana, de la Universidad Nacional de José C. Paz, surgieron interesantes debates en torno a la necesidad de garantizar los derechos humanos en cada rincón del mundo.
Las exposiciones se centraron en la historia y el presente de las luchas por los derechos humanos en la Argentina e Italia. Frente al ataque a las conquistas en materia de memoria, verdad y justicia que se vive actualmente en la Argentina, cuyo exponente más reciente fuera el fallo del 2x1 de la Corte Suprema de Justicia, los participantes de la mesa se interrogaron sobre la importancia de una continua reivindicación y defensa de los derechos humanos. En este sentido, los profesores de las universidades italianas invitadas al evento, Claudio Tognonato y Gennaro Carotenuto, llamaron la atención sobre la flagrante violación a los derechos humanos que está teniendo lugar ahora mismo en Europa. Se referían, por supuesto, a la crisis de los refugiados que, huyendo de guerras civiles y condiciones de vida misérrimas, se lanzan a atravesar fronteras y a cruzar el Mar Mediterráneo en embarcaciones en extremo precarias.
En su exposición, Claudio Tognonato recordó la figura del diplomático italiano Enrico Calamai, quien siendo vicecónsul italiano en Buenos Aires hasta 1977, ayudó a exiliarse en Italia a muchos argentinos perseguidos por la última dictadura militar. Calamai, activo defensor de los derechos humanos y conocedor de primera mano de los horrores del terrorismo de Estado, sostiene que “los refugiados que mueren en el Mediterráneo son los nuevos desaparecidos de nuestro tiempo”.
La Declaración Universal de los Derechos Humanos, en su artículo 14, establece que todas las personas tienen derecho a buscar asilo en caso de persecución, y a disfrutar de él en cualquier país. Sin embargo, en nombre de ideologías xenófobas, chauvinistas y racistas, este derecho universal es constantemente avasallado. Según datos del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), sólo en el año 2015, más de un millón de personas llegaron al sur de Europa en botes, la mayoría de ellos provenientes de Siria, Somalia y Afganistán. Este movimiento migratorio masivo y desesperado ya ha dejado un saldo de más de 4700 muertos. Los niños y las niñas representan una de cada tres víctimas fatales de esta brutal crisis humanitaria.

“Defender los derechos humanos - señaló el Profesor Tognonato - es luchar para prevenir su violación” ¿Cuál es, entonces, el rol que pueden y deben jugar las universidades frente a este desastre? Formar espíritus críticos, que hagan propios los valores y principios de los derechos humanos y puedan desarrollar una actitud vigilante y una práctica comprometida con su defensa, en todo tiempo y lugar. Como decía en su exposición el profesor Carotenuto: “Las universidades siempre han sido un espacio de construcción de discurso contrahegemónico”. Esa larga tradición de pensamiento crítico y disidente debe posicionarnos, a todos los que integramos la comunidad universitaria, a la vanguardia de la defensa de los derechos humanos, a un lado y al otro del mundo.
Desde el proyecto de extensión “La UNDAV con las Abuelas por la identidad” creemos firmemente en el rol activo que la universidad debe tener en la enseñanza de los derechos humanos. En esa hermosa tarea nos comprometemos día a día desde la formación y el acompañamiento de las prácticas profesionalizantes de nuestros estudiantes. Esperamos que los futuros profesionales puedan aportar, desde el lugar que ocuparán, una mirada interdisciplinaria y sensible al respeto de los derechos humanos.