Pablo Echarri: “Cada vez que vuelvo me invade la melancolía”

A poco de estrenar su próxima película “Al final del túnel”, el popular actor fue entrevistado en el programa Vivís la UNDAV Edición Sábado, por Radio UNDAV. Nacido y criado en Villa Domínico, recuerda con nostalgia su vida en Avellaneda.

Por Elena Calvín. Responsable de la Dirección de Prensa de la Universidad Nacional de Avellaneda.

Hay personas a las que la lejanía y el éxito no logran arrebatarle la esencia del lugar donde nacieron. Algo de eso pasa con Pablo, a quien a pesar del tiempo desde que dejó su ciudad natal, conserva aún la sencillez y humildad del pibe de barrio que fue.

El diálogo comienza con recuerdos que le cambian hasta el tono de voz: “Me transportás a una época hermosa. Villa Domínico, cuando empecé a patear, claramente era una localidad muy tranquila, eran otros tiempos. Nuestro juego era la calle, volver del colegio, tomar la leche y salir corriendo inmediatamente a jugar con los pibes. Andar en bicicleta, volver para comer y seguir vagueando hasta la noche. Y, la verdad, que ese era todo nuestro entretenimiento y lo hacíamos con absoluta tranquilidad”.

Es cierto, las calles que lo vieron crecer cambiaron, pero quizás no tanto como su vida, desde que se convirtió en actor y protagonista de tantos éxitos en cine y televisión.

Hoy, todas las noches en la pantalla de TV se convierte en Franco Uribe, un experto en Recursos Humanos, especialista en el desguace de fábricas y empresas. Para impedirle que logre su cometido en la textil Liberman estará ella, María Leone, “La leona” (Nancy Duplaa), que cargará sobre sus hombros la defensa de la fábrica que la vio nacer y los puestos de trabajo de sus compañeros.

A pesar de haberse grabado hace más de un año, la trama de la novela se parece en mucho a la situación actual de nuestro país. “La verdad que cuando empezamos a construirla jamás pensamos que íbamos a estar viviendo esta realidad. Se transformó en un referente la novela, más allá de un mero entretenimiento como son este tipo de productos para ver en familia. En ese sentido, como realizadores nos ponemos contentos, porque cuando hacés un material, una novela en este caso que tiene tanta llegada a la gente te da placer. Aunque nos causa enorme preocupación y dolor lo que sucede”.

“Hay una María en todos los barrios, dos, tres, varias por suerte, mujeres luchadoras, con sus problemas, con su vida sentimental no resuelta, pero que de alguna forma con su corazón y con su fuerza no solamente mantienen unida la familia, sino que también se transforman en referentes de sus grupos de trabajo.

Es sábado y al jueves siguiente se estrena “Al final del túnel”, la primera producción cinematográfica de su productora Árbol Contenidos, que también lo tiene como protagonista junto a Leonardo Sbaraglia y a la actriz española Clara Lago. Una película de suspenso, que promete ser uno de los grandes estrenos argentinos del año, con una inversión que triplica el costo de las producciones nacionales.

La proximidad del estreno lo tiene nervioso y entusiasmado, y se nota: “Nos ha quedado una película muy buena, un entretenimiento fuertísimo, de alta calidad realmente. Ahora esperamos que la gente la reciba de la mejor manera”.

La política es la herramienta para cambiar el mundo y para cambiar la vida de la gente

No quedó fuera del dialogo la coyuntura política del país y la demonización mediática que atraviesan hoy los artistas que se han manifestado a favor de los gobiernos de Néstor y Cristina Kirchner. “Veo como un acto de suma debilidad esa búsqueda de transformar en un demonio a quien piensa diferente. La crueldad y los actos deliberados de violencia, ya sea psíquica o verbal, en estas construcciones periodísticas impactan”.

En pocas frases define con claridad cuál es su pensamiento político y donde se encuentra parado ideológicamente al expresar su opinión: “Cuando hablamos de política estamos opinando con respecto a la vida de la gente, es por eso que es tan álgido, pero de todas formas el ejercicio de la discusión es un ejercicio muy sano. La política es la herramienta para cambiar el mundo y para cambiar la vida de la gente, así que no hay que tenerle miedo. Me parece que los que dicen que hay que tenerle miedo son los que se benefician de la inexistencia de la política”.

Al despedirse no puede evitar que lo envuelva nuevamente la nostalgia por su barrio y su gente: “Tengo mis mejores recuerdos de mis vecinos de Avellaneda, Villa Dominico y de esas calles. Cada vez que vuelvo me invade la melancolía, un sinfín de imágenes se me vienen a la cabeza, de olores, de sensaciones. Y con el paso del tiempo me conmueven más”.