Historias de la Patria Grande

Por Lic. Laura B. Lodovico*
Durante muchos años el acceso a la universidad fue inaccesible para los hijos de familias de bajos recursos por el alto costo de los aranceles y materiales. Si algún hijo de obrero lograba ingresar era a costa de un gran sacrificio por parte de sus padres. Esto favorecía, indudablemente, a la oligarquía. Ellos podían costear los estudios de sus hijos y su posición hacía posible que pudiesen encarar una carrera política que los llevara a la presidencia de la Nación.
Cuando Juan Domingo Perón asumió la presidencia muchas cosas se replantearon. Una fue el tema de la universidad. El 22 de noviembre de 1949, por decreto 29337, el presidente suspendía el cobro de aranceles universitarios. Asimismo, el libre acceso a los estudios superiores se garantizaba en la Constitución Nacional del ’49 (derogada por el golpe de Estado de 1955).
Esta ampliación de derechos decidida por Perón hizo que año a año aumentase la matrícula de estudiantes haciendo posible el sueño de “M’hijo el dotor”.
Con frecuencia caemos en el error de decir que estudiar en la universidad en Argentina es gratis. No, no es gratis. La educación universitaria en nuestro país es no arancelada. La infraestructura, los sueldos de los docentes y no docentes, los insumos, todo lo que se necesita para que la educación de los estudiantes se lleve a cabo es pagada por el Estado dado que éste tiene múltiples formas de recaudar el dinero necesario.
En la actualidad se han multiplicado las universidades para que llegar a ellas sea menos engorroso, porque los pobres sí llegan a la universidad. Por eso conmemoramos cada 22 de noviembre el Día de la “gratuidad” de la universidad argentina.
* Graduada del CCC en Licenciatura en Historia de la UNDAV.
Noviembre 2023 | Edición #118