Cuidar la Casa Común
Por Ing. Jorge Calzoni | Rector de la Universidad Nacional de Avellaneda
Septiembre suele ser un mes entrañable en la vida universitaria. El de este año quedará, sin duda alguna, en la memoria sensible de 216 rectoras y rectores de universidades de América Latina y del Caribe; y en la mía, en particular, por un acontecimiento sin precedentes que me llena de orgullo y de responsabilidad.
Me refiero al encuentro sinodal “Organizando la esperanza”, realizado en el Vaticano. Allí, el Papa Francisco se refirió a los desafíos que enfrenta el sistema universitario y apeló a la creatividad de las autoridades en la formación de las y los jóvenes. Fue la culminación de una jornada organizada por la Red Universitaria para el Cuidado de la Casa Común, que incluyó sesiones por mesas temáticas sobre la crisis ambiental, económica, social y cultural.
El intercambio con la máxima autoridad de la Iglesia estuvo precedido por una reunión preparatoria, realizada en la Pontificia Comisión Pastoral para América Latina y el Caribe para debatir las crisis que se plantean en la encíclica Laudato Si y tratar de generar propuestas y preguntas para entablar el diálogo con el Papa. Tuve el honor de coordinar, junto a la rectora de la Universidad de las Artes (UNA), Sandra Torlucci, y el rector de la Universidad Nacional de José C. Paz (UNPAZ), Darío Kusinsky, el grupo que trabajó la temática “Crisis cultural: desempleo y migración”.
El objetivo fue discutir propuestas concretas para defender el carácter estratégico de la educación superior como derecho, en el marco de las discusiones globales, también presentes en Argentina. Son temas que —como les he contado en este y otros espacios— corresponden a los grandes ejes de la Encíclica, y los hemos abordado en diversos encuentros interuniversitarios.
El Papa se refirió a la “cultura del descarte o cultura del usa y tira. Una cultura de usar mal los bienes naturales, de no acompañar a la naturaleza en un desarrollo de plenitud y no dejarla vivir. Esta cultura del descarte nos hace daño a todos”. Agregó: “tengan cuidado, los descartados son hombres y mujeres, pueblos enteros que dejamos en el camino como basura”. Debates fundamentales y reflexiones profundas acerca de la diversidad, la interculturalidad, el respeto, la formación para la ciudadanía y el trabajo y la movilidad estudiantil entre nuestras instituciones.
El Papa escuchó atentamente los párrafos que sintetizaron los debates, las preguntas, las propuestas sugeridas y fue desgranando con prudencia y sabiduría cada uno de los temas. Le tomó un buen tiempo la situación de los migrantes. “El Mar Mediterráneo es uno de los mayores cementerios actuales”, señaló acerca de los que lucran con quienes, desde sus pueblos hambreados, buscan un mejor destino en Europa.
Nos habló sobre la función de la educación en general y de la universidad en particular, para albergar a todos/as, para ofrecer respuestas a las crisis vigentes, para contribuir a una armonía entre el pensar, el sentir y el hacer. Nos inspiró con ejemplos, con la necesidad de abrazarnos en comunidad y desterrar el odio y la violencia que afectan a personas y a la naturaleza. En definitiva, abrió un diálogo plural, superador de lo religioso, una invitación a construir una sociedad tolerante e integral, para la paz y no para la guerra.
Me gustaría ser capaz de transmitirles, con las palabras justas, y la intensidad necesaria, lo sustancial de esta experiencia y la emoción contenida por haber compartido una conversación con quien quizá sea una de las voces más lúcidas e inspiradoras del planeta. Más aún cuando lo que emerge en este mundo convulsionado son voces de venganza y violencia.
No cejaremos en nuestro modesto empeño de sembrar esperanza, esa virtud humilde, y de aportar nuestro grano de arena —y para ello los convoco y los invito— en el Cuidado de la Casa Común.
Noviembre 2023 | Edición #118