Nelson Santacruz, Licenciado en Periodismo por la UNDAV y uno de los referentes de La Garganta Poderosa, revista de cultura villera, destaca la importancia de los medios comunitarios y populares.

El suyo es un grito por los sectores más postergados de la sociedad, por los “sin voz”, por las injusticias de un sistema tantas veces deshumanizado; una garganta poderosa que clama por un mundo diferente, con más igualdad y dignidad.
Nelson Santacruz es Licenciado en Periodismo por la Universidad Nacional de Avellaneda (UNDAV) y uno de los referentes de La Garganta Poderosa, revista de cultura villera, brazo literario del movimiento La Poderosa. Nacido en San Lorenzo, Paraguay, a los ocho años vino a la Argentina con su familia por las diferentes políticas expulsivas de su país y adoptó a esta tierra como propia.
Vive en la Villa 21-24 de Barracas, barrio en el que creció y que comenzó como un basural. “Nosotros compramos un pedazo de ese basural y construimos nuestra casa con mis viejos con mucho esfuerzo”, dice Nelson. Él es primera generación de universitarios en su familia, “como tantos y tantas que cursamos en las universidades públicas y que logramos algo distinto a la tradición familiar que, en general, es no terminar la primaria ni la secundaria”. La cursada de Periodismo, que concluyó en medio de la pandemia, le requirió un mayor esfuerzo por tener que vivir muchas veces sin luz ni agua, sin computadora ni señal en su celular.
Actualmente, además de en La Garganta Poderosa Nelson colabora en revista Cítrica y Filo News. Además, todos los sábados, se lo puede escuchar en Radio Nacional. Con Información dialogó con él acerca su experiencia siendo la voz de los “sin voz” y un luchador por las causas justas.
- ¿Cómo surgió tu vocación por el periodismo? ¿Por qué elegiste a la UNDAV para estudiar?
Aprendiendo de esos valores de la familia, de mis raíces, de lo que también vivo en el barrio es que fui eligiendo la vocación por el periodismo. Porque siempre me preguntaba por qué no podía cargar la SUBE o tener zapatillas o un guarda polvo, o tener que ir a un comedor popular. Por qué tenía que, de chiquito, laburar cartoneando, juntando aluminio o plástico en el basural. Todos esos porqués, todas esas incógnitas las fui descubriendo en mi adolescencia.
Me acuerdo que a los diecisiete años fue la primera vez en que yo me encuentro en la secundaria con el periodismo. Cursé el bachillerato de comunicación social en el colegio Sarmiento. Entonces había un programa en el cual ingresé, concursé y logré entrar, donde, básicamente, por un par de meses, nosotros hacíamos entrevistas y también escribíamos notas sobre circo y teatro. Fui y vi muchas obras de teatro como nunca había visto, concurrí a diferentes shows de circo, nacionales e internacionales y esas cosas movilizaron en mi la idea de hacer periodismo. Ese fue el primer puntapié. Yo quería estudiar Periodismo, quería ser periodista. Básicamente, en el barrio me entregaron un folleto sobre la UNDAV, me acerqué a la universidad y me inscribí. Así empezó todo.
- ¿Qué dificultades debiste atravesar para llegar a la meta de graduarte?
Cuando empiezo la carrera de Periodismo en la Universidad Nacional de Avellaneda, conozco a La Poderosa, un movimiento villero que estaba en mi barrio desde 2004, que articula a nivel nacional diferentes asambleas sin un partido político atrás, totalmente autogestionado, que tiene como perspectiva u horizonte la comunidad organizada, la política comunitaria. Y La Garganta nace en 2011, como medio de comunicación que pertenece a La Poderosa.
La Poderosa me enseña una vertiente, que es la que termino adoptando, que tiene que ver con el periodismo social, de derechos humanos, popular, comunitario, un periodismo que, en general, está bastante subestimado, cuando, en realidad, es un periodismo territorial de base que tiene muchas dificultades. En términos de análisis del oficio, no es lo mismo hablar de un gatillo fácil si no estás dentro del territorio, dentro de la villa, dentro del barrio, que estando adentro.
Y la UNDAV, en ese marco, lo que me daba era esa teoría, que yo lo complementaba con la práctica en La Garganta. Tuve muchas dificultades para poder hacer una carrera. Yo trabajaba mucho, tenía un trabajo en un call center, estaba también en La Garganta, militaba en el barrio y después me iba a cursar. Entonces, todas esas cosas me dieron algunas herramientas, pero también fue complicado.
Cuando estaba terminando la carrera en medio de la pandemia, me iba con el celular al techo de mi casa, pescando conectividad, pescando señal. Entonces, yo cursé, leí libros, leí las teorías e hice monografías en el celular, no tenía computadora. El barrio es muy precario, no teníamos agua, muchas veces yo me iba a cursar sin tener luz por un mes, sin tener nada, estudiando con velas.
- ¿Qué es lo que más te gusta de tu profesión?
Bueno, así como dije que está difícil sobrevivir del periodismo hoy en día, porque no se llega a fin de mes, básicamente, creo que todavía lo que me hace no bajar los brazos respecto a la profesión, es que uno cuando comunica desde donde me toca comunicar a mí, y cuando uno ve esa realidad todos los días en primera persona, siente de cerca la voz de las vecinas y los vecinos que vienen a ser un poco las mismas historias que las de uno, las propias. Al ser también un periodista villero, un periodista del territorio, no puedo mirar para otro lado, es como una necesidad, una responsabilidad. Te conmueve hasta los huesos y creo que es un poco lo que se tiene que rescatar más en el periodismo actual. Uno puede hablar de deporte, de espectáculo, de cultura, de lo social, de la política, del medioambiente, pero es sumamente importante que tenga una conexión y una fibra con los territorios más postergados.
Porque si nosotros nos olvidamos de esos pibes que están jugando en medio del basural y están creciendo ahí, y están dejando de estudiar para poder trabajar con sus padres y comer del basural, estamos en un grave problema. Si no nos conmovemos, si no nos humanizamos, si no nos aproximamos a esas realidades de los más postergados y elegimos el camino de los likes y de los compartidos, y de famosos y todo eso, bueno, ahí hay un gran problema.
En esa pluralidad de voces es necesario que los medios comunitarios, los trabajadores de prensa de los medios comunitarios y demás seamos realmente reconocidos, validados en términos académicos, en términos profesionales también, en términos empresariales, porque hay muchas empresas que están explotando a periodistas. Somos los que estamos en los lugares más jodidos, los que menos ganamos y los menos reconocidos como periodistas. Aquellos que tienen más pantalla, más likes, en general, son aquellos que son funcionales a determinados intereses de ciertas empresas, con intereses económicos y políticos de trasfondo. Si vos precarizas al trabajador de prensa, a ese trabajador de prensa le va a costar más ser periodista. Entonces, lo que va a hacer es buscar otro trabajo y eso implica que, de repente, no se cuenten historias.
- ¿Cuál es tu rol en La Garganta Poderosa?
Empecé a publicar en 2016. Hoy en día sigo en la revista en papel, que sale todos los meses y estoy en el programa de radio todos los sábados. El espíritu que mueve la propuesta comunicacional es, básicamente, esa sensibilidad y ese contacto con el territorio, ese periodismo territorial que quiere transformar a partir de lo que comunica y dice “vos también podés ser parte de este cambio”, en el sentido de que no podemos naturalizar que el país esté con cuarenta por ciento de pobreza, no podemos naturalizar que hombres y mujeres estén cocinando de manera gratuita, sin ser reconocidas en los comedores populares, sin tener ninguna jubilación, vacaciones pagas, licencia de maternidad, de enfermedad o licencia de paternidad o licencia de estudios, no existe eso. Desde ahí comunicamos, desde lo que pasa en una olla popular hasta lo que pasa en la macroeconomía. No solamente nos quedamos con la parte de lo superficial, sino que nos metemos en el barro.
- ¿Qué desafíos se les presentan cotidianamente como medio independiente? ¿Cómo salen adelante ante esas dificultades?
Los desafíos que se les presentan a los medios independientes, y acá no hablo solamente de La Garganta, sino en general, tienen que ver con que, por ejemplo, hay una pauta que es millonaria y que se la llevan las empresas mediáticas más grandes. Salimos adelante porque estamos convencidos de que tenemos que cambiar el paradigma comunicacional. Hoy en día, por ejemplo, no tenemos una ley de medios concreta integral que se esté implementando. Y eso es una gran falla, porque, entonces, lo que das es más margen a los medios monopólicos, a la hegemonía mediática, para que digan, hagan y manipulen la información como se les plazca.
Entonces, quienes hacemos periodismo territorialmente hablando, estamos en jaque, estamos cada vez más excluidos y es cada vez más complejo poder ganarle la pulseada a la sobreinformación, que muchas veces es mentirosa, está tergiversada o es fake news. ¿Cómo salimos adelante? En el caso de La Garganta es con el cooperativismo.
- ¿Por qué es importante que haya una o muchas “gargantas poderosas” en nuestro “mapa” de medios?
Hay un montón de medios comunitarios, medios populares. Y es importante que nos multipliquemos, pero, sobre todo, me parece que lo más importante, es que se dediquen a comunicar desde una perspectiva distinta, plural, humana. Es sumamente importante que el Estado intervenga en la pauta a favor de los medios independientes. Es muy importante que el Estado acompañe con recursos a los medios independientes. Pero me parece que, para poder generar una pluralidad de voces y una democracia más sana, es fundamental que esas gargantas poderosas, esos medios comunitarios independientes, esos periodistas que la reman solos y solas, sobre todo muchos fotoperiodistas, por ejemplo, tengan realmente un incentivo económico para poder seguir haciendo lo que están haciendo.
La que tenemos hoy es una democracia herida, malherida, reciente, que va ahí rengueando, tratando de lamerse esas heridas. Con un interés real hacia los medios independientes vamos a tener un flujo informativo que invada y que acompañe el resto de la información hegemónica, y ahí es donde vamos a poder pulsear exclusivamente lo que está sucediendo en nuestro país.
- ¿Sentís que lo que aprendiste en el transcurso de la carrera en la UNDAV te sirve para tu desempeño profesional en el día a día? ¿Qué es lo que más te gustó de haber estudiado en la UNDAV?
Comprender el lugar que tiene la prensa territorial, la prensa comunitaria y la importancia del acercamiento a los territorios. Darle humanidad al periodismo. Me parece que eso se logró también gracias a que el tejido entre compañeras y compañeros fue, en mi caso, importante.
Hay una inclusión muy grande. Y los villeros y las villeras ahí adentro, las travestis ahí adentro, las diversidades sexuales, en general, ahí adentro; me parece como algo súper humano, que es lo que más rescato de la universidad y es lo que más me gustó.
Por otra parte, estaría buenísimo que exista una materia de redes sociales para para su análisis teórico, y también para lo técnico en redes sociales. Porque, hoy en día, en el Periodismo te piden que hagas reels, te piden que hagas una lectura analítica de las redes de Twitter, de Instagram, de Tik Tok, de Facebook.
- ¿Recomendarías la UNDAV a quienes están pensando en hacerlo?
A quienes quieran ingresar a estudiar Periodismo, obvio que les recomiendo la universidad pública, la Universidad Nacional de Avellaneda. Y recomiendo también que no se queden solamente con lo que la universidad brinda, sino que, además, se vayan complementando con otras cosas en términos técnicos, sobre todo. Me parece importante eso, que puedan entrar sin miedo al mundo universitario, que es un lugar donde se ofrece un acompañamiento al inicio, en el sentido de un apoyo para diferentes materias.


Julio 2023 | Edición #115