Silvia, Macarena y Paola, egresadas de la carrera de Enfermería, cuentan cómo la profesión cambió sus vidas, qué dificultades debieron atravesar y qué desafíos les plantea la disciplina que aman.

Recibirse, obtener ese título que tantos esfuerzos demandó, concluir una etapa y comenzar a soñar con el desempeño laboral en la profesión amada es el sueño de todo/a estudiante al momento de inscribirse en cualquier carrera universitaria. Un camino no exento de dificultades y reveses, aunque colmado de satisfacciones y alegrías.
Silvia Corbalán, Macarena López Orellana y Paola Costa tienen en común el haber finalizado sus cursadas en la carrera de Enfermería de la Universidad Nacional de Avellaneda (UNDAV). Hoy, con la perspectiva que da el tiempo, cuentan cómo la profesión cambió sus vidas, qué dificultades debieron atravesar y qué desafíos les plantea la disciplina que aman.
Con 26 años, Macarena se desempeña como enfermera en un hospital monovalente de la Provincia de Buenos Aires, brindando cuidados orientados a la rehabilitación de las personas allí internadas en un Centro de Día. Siempre tuvo clara su vocación: “ayudar al prójimo”. Y tanto la carrera elegida, como la UNDAV, le brindaron la posibilidad de realizarse profesionalmente. “La formación de esta casa de estudios es inigualable, el sentido social y humanístico que le imprime, se sitúa en un paradigma biopsicosocial que hace que los egresados podamos brindar cuidados integrales, seguros y de calidad”, asegura.
Sin embargo, el trayecto hasta conseguir el egreso tuvo momentos de adversidad: “Atravesé dificultades económicas y no me sentí excluida por eso. Todo lo contrario, sentí el apoyo y acompañamiento necesario para seguir adelante con mí proyecto de vida”, dice, agradecida, Macarena, quien en la Campaña de Vacunación COVID-19 trabajó como vacunadora eventual en la Posta de la Sociedad Italiana de Adrogué.
Paola, por su parte, trabajaba como mensajera en bicicleta y la Enfermería no estaba dentro de sus horizontes. La necesidad económica la llevó a anotarse en la carrera y hoy no se arrepiente: “No tenía nociones de nada de lo que era la enfermería. En segundo año dije “wow” me encanta. Fue todo un cambio a nivel cultural, a nivel económico. Fueron procesos muy fuertes para mí. Y, si Dios quiere, este año también me licencio”.
Actualmente, trabaja en el área de terapia intermedia del Hospital Presidente Perón, el lugar donde nació. “La verdad es que me encanta el área crítica. Lo que aprendí en la carrera, siempre es el ideal. Pero cuando entrás en el campo laboral, te das cuenta que no es tan así y queda en uno cambiar eso. Estoy cambiando muchas cosas de la vieja escuela de enfermería. Y me gusta, me siento orgullosa de eso. Por lo menos en mi turno y en mi sector puedo implementar la humanización”.
Silvia, quien se desempeña como extraccionista en el Hospital Zonal Especializado en Oncología de Lanús y también ayuda con los pacientes en el hospital de día de quimioterapia, dice que la carrera de Enfermería le cambió su “perspectiva de pensamiento”. “Cuando aprobamos la última materia, fue impresionante la emoción que nos generó, por el sacrificio que significó en medio de una pandemia. Uno de los mejores regalos que recibí el día que me dijeron que era profesional universitaria de enfermería fue que mi hijo me abrazara y me dijera al oído que estaba muy orgulloso de mi”, confiesa.
El agradecimiento para con la Institución es un punto en común entre las tres, quienes no dudan en recomendar a la UNDAV entre sus conocidos y conocidas. “Siempre que puedo recomiendo mi casa de estudios para la formación en Enfermería, tanto por el plan de estudios como por el plantel docente que acompaña en todo el trayecto académico; además que la UNDAV cuenta con muchos programas para garantizar el ingreso, la permanencia y el egreso de todos sus estudiantes”, concluye Macarena.
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Junio 2023 | Edición #114