Historias de Avellaneda
La traslación de algunos saladeros a la orilla derecha del riachuelo a principios del siglo XIX y la instalación de nuevas fábricas en el paraje hicieron que éste se fuera transformando paulatinamente en un centro poblado, sobre todo en el nudo que formaban el puente de Barracas, antiguo de Gálvez, y los dos grandes caminos que arrancaban de su repecho sur: el llamado propiamente del sur o de Buenos Aires y Pampa -hoy Avenida Presidente Bartolomé Mitre- y el camino a las Lomas de Zamora y las Cañuelas -hoy Avenida Presidente Hipólito Yrigoyen-.
Las fábricas de tasajo y más tarde las de productos derivados, cebos y grasas para iluminación, determinaron la formación de un proletariado integrado en su mayoría por reseros, matarifes, desarrolladores, varaderos, peones de playa, carretilleros y carreros.
Las instalaciones de las fábricas eran entonces muy precarias. Generalmente todo el establecimiento se componía de un potrero en el cual estaban los corrales para depositar las haciendas, los bretes donde se efectuaba la matanza, ejecutada ésta sobre la tierra, convertida en fangal de sangre permanente, algún galpón para salar y para guardar el producto, y las largas y malolientes hileras de varas horizontales donde se colgaban los trozos de carne a orear, llamadas varales, piletas de mampostería o de madera para la salmuera y alguna ramada para las caballerías.
Fuente: Diario La ciudad de Avellaneda.
Noviembre 2021 | Edición #99