Editorial
Gestionar para el bien común

Por Ing. Jorge Calzoni | Rector de la Universidad Nacional de Avellaneda

La realidad cotidiana se palpa día a día en la conversación que siempre sostenemos con la ciudadanía y en la que se expresan las problemáticas, expectativas, temores y situaciones que afrontamos continuamente.

La Universidad es parte de dicha ciudadanía no solo como formadora o generadora de conocimientos o simple vinculación, sino sobre todo con su aporte de pensamiento crítico. No quisiéramos que se entienda por pensamiento crítico el afán de “criticarlo todo, todo el tiempo”. Lo entendemos como la exigencia (y el aporte) de formular criterios de la verdad, es decir aquella característica o procedimiento por el que nos resulta posible distinguir la verdad de la falsedad y fundamentar el valor de un enunciado. Se trata, entonces, de reconocer y evitar los prejuicios cognitivos; identificar y caracterizar argumentos; evaluar las fuentes de información; y, finalmente, evaluar los argumentos. En síntesis, es el proceso de dudar de las afirmaciones que en la vida cotidiana suelen aceptarse como verdaderas, de modo tal que contribuya a apreciar y evaluar el proceso de manera que se puedan tomar las mejores decisiones. En otras palabras, nos ayuda a determinar, primero, el ejercicio del pensamiento, la relación cognitiva entre sujetos y entre sujetos y objetos, no como relaciones dadas naturalmente, sino como construcción compleja no exenta de tensiones, consensos o disensos.

La política tiene tres dimensiones básicas: la ideología, la construcción de políticas públicas y la gestión. El pensamiento neoliberal solo plantea la gestión, “la política es la gestión” y postula que las ideologías caducaron. Otras corrientes se nutren de dogmas o doctrinas, algunas rígidas y otras más dinámicas.

Lo que interpretamos por ideología es el conjunto de ideas, “el marco teórico” que define la dirección por la que transitar las políticas y la gestión posterior. La ideología se nutre de quienes comparten una misma matriz, lo que hace posible la unidad de concepción. La construcción de políticas públicas se hace con “los/as propios/as y con los/as otros/as”, debatiendo, consensuando o dirimiendo las diferencias democráticamente. Es la esencia del sistema democrático de representación política. En cambio, la gestión es “con todos/as”, es la consecuencia de lo anterior. Con todos/as será mayoritario o minoritario según la concepción ideológica y la construcción política de cada caso. Con todos/as es CON TODOS/AS, quienes nos gusten o no, se gestiona para el bienestar general, aunque muchas veces prevalezcan intereses sectoriales, personales o corporativos. Allí radica el principal desafío de la gestión: la tensión permanente entre intereses contrapuestos, cómo dirimirlos y cómo se representan políticamente de la forma más democrática.

Argentina ha tenido varios modelos de gestión, pero básicamente dos concepciones históricas. Una: elitista, aristocrática, oligárquica y minoritaria en término de intereses, y otra mayoritaria, populista, federal. No ha sido posible lograr síntesis puesto que el término “anti” ha prevalecido y desde mediados del siglo XX prácticamente giró en torno a peronismo y antiperonismo. Lo extraño es que el antiperonismo siempre busca “una pata peronista”, forzando una contradicción dialéctica que, lamentablemente, perjudica a las mayorías.

Así como en el siglo XX el dilema era la explotación del hombre por el hombre, hoy estamos frente a un dilema dramático, que es la exclusión. Una parte muy considerable de nuestra población está excluida del ejercicio de todo tipo de derechos, por más básicos que sean.

A mediados del siglo XX lo nacional era la derecha y lo internacional la izquierda. Hoy lo internacional es global, y lo global es la derecha. El mundo cambió con el fin de la “guerra fría” y el peronismo —que se planteaba como tercera posición en un mundo binario— hoy quedó a la izquierda en la dimensión ideológica que categoriza la situación actual: lo nacional es de izquierda en esta globalización.

Por ello, y ante la dinámica de los sucesos históricos, lo que caen son los dogmas. Las doctrinas se actualizan, mientras sostienen inalterables principios y valores. En escenarios nuevos y desafiantes, el objetivo debe ser comprender las demandas de una sociedad amenazada por situaciones alarmantes. Los/as dirigentes/as políticos/as deben ejercer con responsabilidad el pensamiento crítico, la defensa de los intereses generales y de políticas públicas que tengan su centro en la democratización y ampliación de derechos.

Es necesario comprender que ninguna ambición es superior a la de trazar una huella por donde transitar la utopía de una sociedad más justa e igualitaria.



Abril 2021 | Edición #92