A partir del aprendizaje y la experiencia del año último, 2021 será nuevamente un desafío, con la implementación paulatina de acciones en la presencialidad y la continuidad de otras en la virtualidad. La importancia del trabajo colectivo y de concebir a la educación como un derecho.

Por Mg. Julia Denazis, Lic. Antonela Capurro, Lic. Marcela Gatto, Lic. Anabella Burman.
En función del contexto vivido al inicio de la pandemia (marzo de 2020), desde la Secretaría Académica de la Universidad Nacional de Avellaneda (UNDAV) diseñamos y desarrollamos un conjunto de adecuaciones y modificaciones en las prácticas habituales de enseñanza, evaluación y acreditación de asignaturas.
Contábamos con tres fortalezas: un plan de desarrollo académico institucionalizado con abordaje en las distintas líneas estratégicas de la Secretaría, el Sistema Institucional de Educación a Distancia (SIED) validado por la Comisión Nacional de Evaluación y Acreditación Universitaria (CONEAU) y por el Ministerio de Educación de la Nación y con la organización matricial de la Universidad que nos permitió consensuar las decisones con los diferentes actores: Departamentos, claustros y gremios.
Las claves para llevar adelante esta compleja tarea fueron los acuerdos logrados, la organización clara y la comunicación precisa y confiable. La implementación del Plan de Continuidad Pedagógica tuvo en cuenta las decisiones políticas plasmadas en resoluciones ad hoc, decisiones técnico administrativas y la confiabilidad de las comunicaciones.
Los pilares fundamentales que sostuvieron la continuidad pedagógica son:
1) la virtualización de las prácticas de enseñanza presenciales: incluimos capacitaciones a docentes, familiarización con el campus a estudiantes, diseño de herramientas para la enseñanza y nuevas modalidades de enseñanza;
2) la homologación de las estructuras académicas: continuamos en la virtualidad con iguales criterios de organización que en la presencialidad, reproduciendo en la organización del campus el esquema de Departamentos, carreras y equipos docentes;
3) la organización del trabajo nodocente: articulamos e integramos equipos de las distintas áreas de la Secretaría y de las Subsecretarías, tanto de la administración académica de estudiantes como de educación a distancia. Los/las trabajadores/as de las diferentes dependencias desarrollaron, con gran compromiso, en tiempo récord, procesos administrativos y técnicos que en situaciones normales insumen más tiempo;
4) la preexistencia de un Sistema Institucional de Educación a Distancia (SIED) y la integración de la información en la Secretaría Académica;
5) la comunicación y acuerdos con diferentes actores institucionales: dialogamos sobre el estado de situaciones, evaluamos el curso de acción a seguir, establecimos consensos para las resoluciones y comunicamos las decisiones a través del canal de comunicación oficial, de modo tal que no haya interferencias ni distorsión;
6) el Programa de Articulación, Ingreso y Permanencia: continuamos, a través del campus, con la articulación con el último año de las escuelas secundarias, con el desarrollo virtual del diagnóstico, los talleres de apoyo y el seguimiento tutorial de les estudiantes;
7) comunicación y sinergia con Secretarías Académicas de otras universidades: entre los aspectos que involucraron el sostenimiento y el desarrollo de las actividades, se encuentra la participación en los encuentros y el trabajo conjunto con las Secretarías Académicas de universidades nacionales. Esta actividad constituye una propuesta innovadora, en la que, a partir del diálogo académico, las universidades fuimos tomando decisiones no sólo de manera autónoma, sino como parte del sistema universitario integrado.
Consideramos que la pandemia visibilizó que las instituciones somos los y las que las integramos, somos los/as estudiantes, somos los/as profesores/as, somos los/as nodocentes, los/as graduados/as y el territorio. Asimismo, transparenta ante la sociedad el rol que las universidades públicas y la educación superior en su conjunto tenemos en las políticas de estado y cómo respondimos en la emergencia para solucionar problemas.
La pandemia nos demuestra que la educación superior es una inversión y no un servicio, que es un derecho y produce sentido crítico, alejándose de la racionalidad técnica, que implica que las decisiones no se toman desde afuera del sistema. Este punto está fuertemente anclado en la formación docente.
El 2021 será nuevamente un desafío, ya que iremos implementando acciones en la presencialidad y continuaremos otras en la virtualidad. Consideramos que los pilares que sostuvieron las actividades serán la guía para la implementación de las futuras acciones, para continuar garantizando el derecho a la educación superior.
Marzo 2021 | Edición #91