Tenemos que construir una épica de la tolerancia
Por Ing. Jorge Calzoni | Rector de la Universidad Nacional de Avellaneda
Hace un buen tiempo que la frase con la que he querido encabezar este artículo editorial es, para mí, motivo de reflexión. Creo que por buenas razones. Entiendo que se trata de un concepto vinculado a la educación y, por ende, al respeto. Respeto por los demás, por el otro y por uno mismo. La alteridad no tolerada es un símbolo de los tiempos de la exclusión, no sólo social o económica, sino también ideológica, religiosa, política y, últimamente, sanitaria, allí donde se expresa como un absoluto desprecio por los trabajadores y las trabajadoras de la salud y, en definitiva, por el resto de los mortales.
Vivimos en el siglo XXI y aún hay gente que plantea que la Tierra no es redonda sino plana. Si el pobre Galileo Galilei despertara de ese sueño del que nadie despierta, pensaría que retrocedimos cinco siglos. Del mismo modo, hay personas que afirman que ni el coronavirus ni la pandemia existen; mientras contribuyen a la despolitización que, de manera acuciante, requieren los grandes debates nacionales, politizan un virus, exactamente quienes se definen en la anti-política.
Vivimos en un tiempo de violencia explícita. Nos hablan de consenso o diálogo quienes fueron -y son todavía- incapaces siquiera de disentir, acostumbrados como están a imponer sus intereses por encima del interés común. Quienes, ante cualquier traspié, señalan a otro como responsable, a otro como el motivo de todos los males, a otro en quien deslindar las responsabilidades propias. Mientras hay quienes pensamos al otro y a la otra como motivo de nuestros desvelos, como razón de ser de la construcción comunitaria de un país de iguales, signado por la inclusión y la ampliación de derechos, hay quienes se empecinan en el estigma, la descalificación, la elusión de responsabilidades, el desprecio por construir respuestas colectivas. Y eso porque, en el fondo de sus convicciones, lo colectivo sólo forma parte de lo discursivo, por izquierda o por derecha.
En nombre de la República, la democracia, la Constitución, la libertad y tantas otras cosas, se ataca, se miente, se violentan todas las formas, se actúa irrespetuosamente y se mancilla lo que se dice defender. Me imagino lo cansador que es para médicxs y enfermerxs, y para todo el personal esencial, tener que padecer tanta ingratitud y tanta estupidez.
Pensar distinto es otra cosa. Elaborar una idea, analizar sus matices, convertirla en conversación para mejorar sus perspectivas es una clave insoslayable del pensamiento constructivo. Sin embargo, hay una especie de ideología de la banalidad basada en el desprecio por la otredad cuyo fin parece agotarse en una mera autosatisfacción incomprensible e irremediablemente suicida; no sólo para construir una sociedad igualitaria, sino tan sólo una sociedad donde existan derechos y normativas colectivas e individuales.
Estoy realmente preocupado por el destino de nuestra sociedad actual. Como parte integrante me interrogo acerca de qué estamos haciendo tan mal para que nos sucedan estas cosas. No tengo dudas de que la educación debe ayudar a pensar el actual escenario. En el caso de la universidad, aún más, críticamente. Me resisto a creer que no hay caminos más decentes para construir consensos y disensos, con base en valores realmente democráticos. Me resisto a creer que no es factible una sociedad menos desigual, más justa y más solidaria.
Humildemente, a lo largo de editoriales, mensajes y conversaciones vengo escudriñando sobre los mismos ejes. Y, aunque muchas veces es cansador, me resisto a desistir de la intención de construir una sociedad un poquito mejor cada día, aunque duela la incomprensión de algunxs o la estupidez de otrxs. También ellxs nutrirán un colectivo heterogéneo, diverso, democrático. La diferencia sustancial tiene que ser, precisamente, pensar una sociedad para todos y para todas, que no imagine exclusiones, en la que tengan su lugar aún quienes proponen elitismo o sectarismo. Creo en esa sociedad inclusiva y es por eso que considero trascendente construir una épica de la tolerancia.
Octubre 2020 | Edición #88