Algunas ideas sobre Kant, las Malvinas, las redes sociales y la educación

A través de las redes podemos expresar una voz pero también crear comunidades, organizar prácticas políticas y actuar en diferentes contextos ubicuos y simultáneos. En ese marco, nos convertimos en nodos capaces de producir y distribuir ideas, valores y acciones.

Foto ilustrativa
En la actualidad, Internet da posibilidades de ingreso de nuestro discurso a la esfera pública.

Por Lic. Cecilia Sagol. Subsecretaria de Gestión Académica Bimodal

En 1982, el Gobierno de la dictadura militar invadió las Islas Malvinas y embarcó a la Argentina en una guerra para legitimar y recuperar la popularidad de una dictadura que empezaba a resquebrajarse en el marco de denuncias de organismos de derechos humanos y de algunos partidos políticos. Lo que hoy vemos claramente como un manotazo de ahogado de un gobierno desprestigiado, tuvo en ese momento un impacto en la ciudadanía que le brindó un apoyo mayoritario.

En el marco de ese clima de euforia -lleno de lo que hoy llamaríamos fake news y manipulación mediática- y con amigos directos que eran convocados para ir al frente, con 19 años y estudiante de Letras, escribí a máquina, por supuesto, una nota de oposición a la guerra.

Obviamente, muy pocas personas leyeron esa nota, que distribuí entre mis conocidos que estaban -en su mayoría- de acuerdo conmigo. Era imposible en esos años para alguien que no tenía acceso a los medios masivos publicar sus opiniones. Había posibilidades muy limitadas.

Esta anécdota personal nos sirve para hacer una lectura diacrónica de las tecnologías, que vale para desnaturalizar procesos que rápidamente hemos adoptado y que, tal vez, no dimensionamos. Hoy, las posibilidades son diferentes: una persona sin acceso directo a grandes medios puede, de todas maneras, hacer pública su voz.

Internet nos permite en la actualidad un amplísimo acceso a productos culturales -impensable en esos años de fines de siglo XX en los que había que viajar para acceder a algunos libros, discos, etc.-, pero también -y de eso se trata esta nota- abre otra línea muy potente: nos da posibilidades de ingreso de nuestro discurso a la esfera pública.

En línea con lo que señala Henry Jenkins, con una computadora conectada a Internet una persona puede construir un canal de televisión, un periódico o una estación de radio. Los medios digitales no son traducciones de los viejos medios en otros soportes sino que implican un nuevo proceso cultural con posibilidades diferentes y amplias de acción y participación de los usuarios.

Las redes sociales -tan denostadas- y las plataformas digitales permiten a cualquier ciudadano o ciudadana expresar sus ideas en público, ser leído por desconocidos y desconocidas fuera de su círculo, ser criticado, etc. Le permite, en síntesis, entrar en esa esfera pública ante “el público entero del mundo de lectores”, que Immanuel Kant definió en los inicios de la modernidad en Qué es la ilustración y que fue el principio del mundo en el que todavía vivimos.

Pero, incluso, podríamos pensar un poco más allá y ver que vamos ya hacia un nuevo tipo de esfera pública diferente al de la modernidad que permite la creación de comunidades, miradas globales y activismo. Porque a través de las redes podemos expresar una voz pero también crear comunidades, organizar prácticas políticas acelerada y exponencialmente y actuar en diferentes contextos ubicuos y simultáneos. En ese marco, nos convertimos en nodos capaces de producir y distribuir ideas, valores y acciones.

De estas nuevas formas de hacer política tenemos un ejemplo cercano entre muchos otros: el movimiento #Niunamenos, popularizado como #VivasNosQueremos. Doscientas mil personas como resultado de una convocatoria en torno a una demanda histórica del feminismo y el movimiento de mujeres. Las dos plataformas comerciales más utilizadas fueron Facebook y Twitter, que actuaron complementariamente: la consigna #NiUnaMenos fue recuperada de este grupo de Facebook, pero la viralización de la misma y de la convocatoria se produjo, sobre todo, desde Twitter. Internet aceleró y distribuyó los intercambios, transmitió mensajes, sentidos y contribuyó a la construcción de nuevas subjetividades.

Y acá llegamos al último pero nunca menor tema de la educación. La posibilidad aumentada y potenciada de ingreso a la esfera pública no pasa sólo por el acceso material a una infraestructura adecuada. Requiere también que las personas tengan capacidades, como pensamiento crítico, expresión y comunicación, manejo productivo de herramientas virtuales, entre otras. Estas habilidades tienen que ser construidas en la escuela pública en todos sus niveles y también fomentadas en espacios extraescolares. Esta segunda brecha digital -el uso provechoso de las tecnologías- es el desafío de las políticas públicas en los próximos tiempos.

Diciembre 2019 | Edición #81