Editorial
Acerca de la interculturalidad.

Por Ing. Jorge Calzoni | Rector de la Universidad Nacional de Avellaneda

En este último mes hemos asistido a diferentes actividades referidas a la interculturalidad. Una de ellas es el curso de extensión universitaria de Quichua Santiagueño, Caypi Quichuapi Rimaycu, promovido por una estudiante del Departamento de Humanidades y Artes, que resultó sumamente interesante y esclarecedor para muchos/as que desconocíamos del tema.

Otra actividad fue el Conversatorio “Universidad y Diversidad Cultural”, donde se presentaron varios proyectos vinculados a la temática y se trabajó sobre algunas preguntas y reflexiones previas sobre la diversidad e interculturalidad acompañadas de una fuerte crítica a la tradición histórica colonial y al epistemicidio que ésta trajo a nuestros pueblos, pudiendo así construir nuevos modelos de nación: plural, múltiple e inclusiva, donde quepan todos los mundos.

Claramente, a partir del Congreso Regional de Educación Superior (CRES) de Córdoba 2018, se incorporó a la agenda universitaria la cuestión intercultural y, consecuentemente, temas como el racismo se tratan en nuestros ámbitos, junto a la temática contra la violencia de género que abordaremos específicamente en otra editorial. Entre paréntesis, el mes pasado comenzó en nuestra casa el primer encuentro de Capacitación Obligatoria en Género y Violencia contra las Mujeres en el marco de la implementación de la Ley Micaela para las autoridades de nuestra Universidad, que continuará luego con todos los claustros universitarios.

Retomando la interculturalidad, es de destacar que en el último encuentro de la Unión de Universidades de América Latina y el Caribe (UDUAL) una colega mexicana comentaba sobre la pérdida de las lenguas de los pueblos originarios, una pérdida sustantiva que, de alguna manera, avala la tesis de epistemicidio planteada en el Conversatorio “Universidad y Diversidad Cultural”, y que potencia aún más una globalización que homogeniza, empobreciendo nuestra cultura, nuestras raíces. En fin, las falencias de la comprensión oral y escrita que todos/as percibimos no es más que una consecuencia directa de dicha homogenización.

Se planteaba allí que la segunda lengua podría ser cualquier lengua -no sólo inglés-, como una manera de ampliar la diversidad, y existen en México propuestas de este tipo. Se trata de la lengua, pero también de la comprensión de los contextos culturales, históricos y geográficos. No se trata de abrir grietas (éstas sólo benefician a los sectores más favorecidos) sino de encontrar caminos plurales, de respeto por los/as otros/as; pues sin respeto no hay ninguna posibilidad de erradicar la violencia de ningún tipo.

Ojalá lo entendamos, lo comprendamos y lo practiquemos.

Julio 2019 | Edición #76