Editorial
¿Ser parte del mundo?

Por Ing. Jorge Calzoni | Rector de la Universidad Nacional de Avellaneda

Existe una pregunta que cada tanto nos hacemos: ¿Estamos fuera del mundo? Y, en todo caso, ¿qué significa “estar fuera del mundo”? ¿Acaso esta ola de nacionalismos que recorren Europa y América están afuera del mundo? ¿O acaso es este mundo que nos toca vivir, como aquel que en el siglo XX abrazó al fascismo o nazismo, una coyuntura histórica que debemos atravesar? Ninguna experiencia de este tipo ha terminado bien puesto que luego del nacionalismo viene el intento de hegemonía regional y siempre bajo un halo de violencia, muerte y terror.

Asusta que buena parte de la humanidad considere que para resolver los problemas del desorden social, la desigualdad o corrupción sean necesarias propuestas autoritarias, donde “a la fuerza” se impongan soluciones a problemas estructurales que ya se demostraron inoperantes en el pasado. La democracia se mejora con más democracia, la desigualdad se resuelve con más igualdad y, en ambos casos, con más libertad, nunca con menos; dado que la violencia acarrea mayor violencia y una espiral de violencia es muy difícil de controlar en el tiempo, sólo deja efectos nocivos y, normalmente, secuelas de muerte y destrucción, sobre todo de vidas inocentes.

No sólo es un problema político, tiene una arista económica muy fuerte. ¿Acaso estábamos fuera del mundo cuando no accedíamos a créditos internacionales o, ahora, después de esta descomunal toma de deuda externa y condicionantes que impiden el verdadero ejercicio de la soberanía nacional, pérdida de la independencia económica y una verdadera espiral de pérdida de derechos e injusticia social?

¿Estábamos o estamos fuera del mundo? Abrimos la economía cuando todos la cierran, se defiende el trabajo nacional e intereses de los propios productores, se defiende la moneda, las integraciones que sostienen un buen vivir para cada uno de los pueblos y no alianzas por pragmatismo ideológico.

Precisamente, los que acusaban al gobierno anterior de ideológico cuando procuraba acuerdos regionales estratégicos, donde supuestamente estábamos aislados, hoy están cada día más aislados y como caso de estudio de lo que no debiera hacerse en materia macroeconómica. Y, peor aún, con injerencia de tono antidemocrático, como en la última reunión de la ONU, acompañando a EEUU en su actitud hostil y claramente golpista en Venezuela. No sucede lo mismo ante problemáticas similares en otros países más amigables con el país del norte.

La única manera de “ser parte del mundo” seriamente es defendiendo con dignidad los verdaderos intereses de los argentinos, sin enamorarnos de ningún salvavidas de corto plazo ni ninguna musa inspiradora; un buen gobierno es aquél que se enamora de su propio pueblo, lo defiende y le ofrece soluciones viables, un futuro que les permita soñar con la felicidad en lugar de un presente de tormentos y la incertidumbre futura.

Por último, considero que no debemos poner en manos de un gobierno todas las salidas. Debemos madurar como sociedad, como ciudadanxs, para construir una patria más justa y más solidaria.

Noviembre 2018 | Edición #70