Tras los rastros de la criminalidad mediática

Una investigación realizada por el Observatorio de Seguridad Ciudadana de la UNDAV sistematizó el tratamiento de las noticias de seguridad en el diario La Nación.

Por Dr. José Eduardo Moreno | Observatorio de Seguridad Ciudadana

Todo lo que sabemos de la realidad está mediado por palabras y signos que le dan sentido. La realidad no habla por sí sola, hablamos sobre ella y lo que decimos, en buena medida la constituye. Desde el Observatorio de Seguridad Ciudadana de la Universidad Nacional de Avellaneda (UNDAV) analizamos el tratamiento que la prensa escrita hace de la cuestión de la seguridad, cómo la vuelve inteligible y la construye. En esta nota nos detendremos en el caso del diario La Nación sobre el que compartiremos algunas consideraciones.

El primer dato a señalar es que son los homicidios dolosos los que encabezan el ranking de noticias, representando el 37% de los delitos, lo que supone una sobrerrepresentación notable respecto al total de homicidios registrados ese año (0,17% del total de delitos). Si se analizan los tipos de homicidio, los de mayor presencia en el diario son los “femicidios” (27%), los cometidos “en ocasión de robo” (24%), “en contexto de otro delito (no robo)” (17%) y “en resistencia a otro delito” (10%). Si se comparan estos valores con los registros provinciales también se observan diferencias significativas: el femicidio representa un 8%, los homicidios en ocasión de robo el 20%, en contexto de otro delito (no robo) el 1%, en resistencia a otros delito el 4%. De este modo, nos encontramos con homicidios sobrerrepresentados (femicidios [+19%], homicidios en contexto de otro delito [no robo] [+16%] y en resistencia a otro delito [+6%]) y subrepresentados (conflictos interpersonales [-22%] e indeterminados [-14%]).

Como vemos, la mirada del diario sobre la seguridad ciudadana se centra en los homicidios y, dentro de ellos, se observa una marcada sobrerrepresentación de los femicidios, los producidos en ocasión de otro delito (no robo) y los que se enmarcan en resistencia a otro delito. Al mismo tiempo se difuminan los homicidios indeterminados y los que resultan de conflictos interpersonales.

Como sabemos, estas decisiones no son inocuas, enfatizan determinados aspectos y desdibujan otros. Operan demandas sociales, motorizadas por actores (colectivos) vulnerables, pero también por sectores de poder que buscan imprimir su perspectiva y promover determinado orden. La constitución de un nosotrxs y (por tanto) de un ellxs es una operación discursiva dadora de sentido fundamental, establece los límites identitarios de pertenencia y requiere necesariamente de un exterior constitutivo; no existe uno sin otro.

Los femicidios, por ejemplo, afectan a un nosotrxs (las mujeres) que trasvasa las pertenencias de clase y los compartimentos político-ideológicos tradicionales y por tanto interpelan a lxs lectores del diario, quienes son incluidos irremediablemente. La díada nosotrxs y ellxs supone la del bien y el mal.

Los homicidios en contexto de otro delito (el 75% se trata de casos de narcotráfico) también muestran una productividad clara en este sentido: el ellos “narcos” es potente: además de matar, supone la amenaza de “envenenar” a la sociedad y corromperla (especialmente a los jóvenes, “a nuestrxs hijxs”). La dimensión social/moral que adquiere esta amenaza es un cheque en blanco para arrasar con todo lo que se considere amenaza.

Los homicidios en resistencia a otro delito muestran también una clara constitución del ellxs y el nosotrxs, su productividad y efectos. Sobrevuela en el tratamiento la justificación de los homicidios que son considerados casos de “justicia por mano propia”, estimulando la estigmatización del delincuente, que por serlo, por amenazar la sacrosanta propiedad privada, puede (¿debe?) morir.

Finalmente, la sub representación de los homicidios en conflictos interpersonales parece cerrar el círculo. Aquí, al no poder identificar un ellxs y un nosotrxs definido, al no haber un ellxs que amenace al nosotrxs; su productividad se desvanece.

Avanzar en la respuesta a estos interrogantes parece un terreno fértil para una mejor comprensión de la criminalidad que se construye desde los medios masivos de comunicación. Una mirada crítica al respecto al menos pondrá de relieve los sentidos que se juegan en cada elección y cada tratamiento sobre los temas de la seguridad ciudadana. Es un debate sobre los sentidos, sobre qué sentido darle a la realidad, cómo explicarla y, por tanto, cómo actuar sobre ella.

Noviembre 2018 | Edición #70