Editorial
Internacionalización universitaria

Por Ing. Jorge Calzoni | Rector de la Universidad Nacional de Avellaneda

En el marco de la Conferencia Regional de Educación Superior de América Latina y el Caribe 2018 (CRES 2018) participé de una de las mesas temáticas para debatir acerca de la internacionalización -en particular, iberoamericana- junto al secretario General de la Organización de Estados Iberoamericanos para la Educación, la Ciencia y la Cultura (OEI), Paulo Speller; y con la moderación del rector de la Universidad Nacional de Cuyo, Daniel Pizzi.

La primera cuestión abordada fue el contexto en el que se desenvuelve la internacionalización universitaria, entendida no sólo como movilidad estudiantil, sino también docente, no docente y de gestión en general, reconocimiento de estudios, diplomas y acreditación, extensión universitaria, posgrados, becas, etc.

Un contexto recesivo, de concentración de riqueza y, a la vez, de mayor desigualdad, sumado a los obstáculos migratorios, conspira contra esta política de internacionalización. ¿Cómo puede ser que se propugne la libre circulación de las mercancías pero no de las personas? ¿A eso llaman “libertad”? El tema de la interculturalidad estuvo muy presente en las distintas discusiones y, en algunos casos, afloraron situaciones de discriminación en diferentes regiones, cuando no, xenofobia.

En la conferencia inaugural, Boaventura Sousa Santos planteaba la necesidad de fortalecer una red sur-sur e, incluso, una nueva epistemología emancipadora de los países centrales. En el intercambio de opiniones al concluir las presentaciones surgió también la cuestión del escaso intercambio entre nuestros países iberoamericanos, y una de las conclusiones era la influencia de los rankings en la elección de los destinos de movilidad e intercambio, las publicaciones en inglés y las citas bibliográficas.

Claramente, hay un problema allí, y en esa relación sur-sur debemos ser capaces de crear indicadores que reflejen mejor nuestras instituciones, nuestra propia realidad. Dejar de comparar instituciones no comparables y fijar pisos de calidad que vayan creciendo con el tiempo; donde se invierta como corresponde y con pertinencia en una educación integral que refleje la diversidad tan declamada en la interculturalidad pero aplastada en la globalización “rankeada” y pensada en clave anglosajona.

Por otra parte, también se habló de los desafíos de la cooperación internacional, del Espacio Latinoamericano y Caribeño de Educación Superior (ENLACES), la inclusión de la perspectiva de género y la igualdad de posibilidades para que exista igualdad de oportunidades.

Una linda mesa, una buena Conferencia Regional de Educación Superior que, en lo personal, me da esperanzas de que los distintos claustros puedan direccionar con pensamiento crítico la Universidad del Siglo XXI, con espacios de conocimiento y aprendizajes, en lugar de cátedras estáticas; con diálogo de saberes, en lugar del extensionismo de ahora; y con tecnología y arte construidas con los otrxs y no para los otrxs.

Agosto 2018 | Edición #67