Avellaneda, sístole y diástole de las mejores épocas de la industria argentina

Aunque ya la mayoría de sus chimeneas están mudas de humo, la ciudad sigue siendo una referente industrial. Para la Jornada Nacional de Lucha Docente del pasado 27 de abril, distintas materias abordaron el conflicto desde su marco temático. Aquí, el texto de Historia de la Industria.

Rastrojero Caburé, 60 años de la más exitosa pick up gasolera.

Por Carolina Muzi*

Dúrax: de Avellaneda a la mesa diaria.

Avellaneda es la sístole-diástole de las mejores épocas de la industria argentina, por no decir, directamente, su corazón. Este amarre, que se verifica en la arqueología de los edificios de la UNDAV (todos alojaron actividades productivas en el pasado), se siente con fuerza especial en la sede de Isleta y Mario Bravo, que funciona en lo que fue la barraca lanera Alonso, una de las tantas del barrio, al punto que los vecinos más viejos recuerdan que en Piñeyro nevaba: el trajín de camiones que cargaban la lana limpia de una a otra barraca iba dejando estelas de copos blancos en las calles. La cátedra Historia de la Industria viene relevando la actividad que perdura en la zona, aunque desde el tercer piso la mayoría de las chimeneas que se pueden contabilizar están mudas de humo. A pocas cuadras está SIAM, allí donde el quehacer no alcanza revivir ni el 10 % de lo que fue en su cénit: 9.000 personas trabajando. Todos estos llamadores de época/s, comprometen a las distintas disciplinas a asumir ese perfil industrial que hoy exige historiografía a escala.

Desde el presente inmediato, pero con perspectiva histórica, el 27 de abril enfocamos a la educación universitaria y a la industria. Y nos topamos con una trenza impresionante de sucesos y efemérides que, en sincro feroz, atacan al sector público aquí y en el mundo. Empezamos por la luz. “Para iluminar un poco esta oscuridad”, apostó Manuel González, un estudiante que en el verano se leyó todo El Capital. En momentos de un tarifazo sádico de todos los servicios, recordamos también que el primer embate a las universidades nacionales en la nueva gestión, a comienzos de 2016, fue, justamente, un tarifazo con cuentas millonarias que ninguna podía pagar. Era el comienzo de la Asociación Docente de la Universidad Nacional de Avellaneda (ADUNA), y fue por entonces que comenzaba una lucha nacional que siguió con la paritarias y hoy, en medio de una inflación descontrolada, se mantiene por el aumento salarial del 25% y más presupuesto para la universidad, la ciencia y la tecnología.

SIAM: reactivada a través de las heladeras.

Revisando la incidencia de este servicio público, llegamos al origen de su distribución: se cumplen 120 años de la instalación de la primera red de energía eléctrica que suministraba la CATE (Compañía Alemana Transatlántica de Electricidad); luego vendrían la Italo, después la Hispana y así… El suministro de energía se mantuvo en manos externas hasta que hace 60 años, en 1958, la nacionalización que comenzó a gestarse tras la Constitución de 1949, trajo en la provincia a SEGBA (Servicios Eléctricos del Gran Buenos Aires), que funcionó hasta en 1991, cuando la economía neoliberal irrumpió con el esquema que perdura hasta hoy: EDENOR, EDESUR Y EDELAP, el suministro de electricidad repartido entre empresas privadas.

La importancia de la energía para la industria y en general, llevó el diálogo hasta la huelga de Francia donde, como en Mayo del 68, hoy reclaman juntos los trabajadores y los estudiantes universitarios. Y a propósito de aquel año, como el pasado 27 de abril se cumplió un aniversario de la primera Rastrojero producida por IAME, observamos que en 1968 nacía la segunda de su saga gasolera: la Caburé, más urbana y con caja cubierta, achinada de cara, divina. En 1980, cuando esa Rastrojero coptaba el 78% del mercado de las pickups gasoleras, Martínez de Hoz bajó el martillo sobre la IME. Un ejemplo más de industricidio.

Uno de los estudiantes dijo que si seguíamos conectando ductos históricos, ese viernes a la noche no iba a poder ir a un cumpleaños por el bajón. Que sí, que fuera y celebrara -retrucamos- pero que era necesario ubicarnos en tiempo histórico y dimensionar desde nuestro contexto, sobre todo en la universidad pública que este año celebra los 100 años de la Reforma, esa gesta que para tantos historiadores implicó el ingreso de América Latina al siglo XX. Matías Lozano, uno de los estudiantes, trajo entonces otra fecha clave para la universidad pública: “1949, el año en que se hizo 100% gratuita”. Es que exactamente ese día, el pasado 27 de abril, se cumplían 69 años de la derogación de la Constitución de 1949 por parte de un gobierno golpista y proscriptor. Antes de que las conclusiones saltaran como géiseres, hicimos un pequeño documento para compartir como cierre de la jornada con paro activo. Y transcribimos allí algunos artículos de aquella Constitución, como el #40.

La construcción de sentidos en torno a lo público y lo privado avanzó por distintos andariveles hasta arribar a una frase que encierra eso mismo que exigimos los docentes en el lema de la andadora Caburé: NI MÁS, NI MENOS, LO JUSTO.

Señal industrial

En Avellaneda aún se fabrica buena parte de las cosas para la vida de los argentinos: sanitarios, electrodomésticos, frazadas, bulones, escobas, envases y vajilla. El proyecto de investigación Hecho en Avellaneda (que integra a los Departamentos de Arquitectura, Diseño y Urbanismo y de Ciencias Sociales) busca relevar, narrar y poner en valor a un territorio históricamente industrial que, además de definir un perfil socio demográfico y urbanístico desde su origen, se fijó en el imaginario como cabecera de manufactura, de oficios y de resistencia a las economías liberales.

* La autora es docente de Historia del Diseño e Historia de la Industria (Tecnicatura en Diseño de Marcas y Envases | UNDAV) y de Teoría y Prácticas Narrativas II (Licenciatura en Periodismo | UNDAV).

Junio 2018 | Edición #65