Gestión cultural, música e inclusión:
vivencias de una estudiante en tierras colombianas

A partir de su trabajo sobre el valor social de las orquestas infantojuveniles, la estudiante de la UNDAV Elsa Martínez Quintana fue becada por el Ministerio de Cultura de la Nación para proseguir sus indagaciones en Bogotá.

Desde 1991 la Fundación Nacional Batuta trabaja a través de la iniciativa Música para la Reconciliación con las víctimas
del conflicto armado que dicho país sufrió durante décadas.
Foto: Foto: https://www.fundacionbatuta.org

Cuando Elsa Martínez Quintana, estudiante de la Licenciatura en Gestión Cultural de la Universidad Nacional de Avellaneda (UNDAV), comenzó a pensar en su tesis de grado allá por 2014, no dudó en incorporarse al equipo de investigación “Música e Inclusión Social” y encarar un trabajo acerca del otrora denominado Programa del Bicentenario de Coros y Orquestas Infantiles y Juveniles, puntualmente en Villa Inflamable.

Dicha iniciativa estaba dirigida a niños, niñas y jóvenes de escuelas ubicadas en zonas de vulnerabilidad social y buscaba tender puentes hacia la reinserción y retención escolar; y estimular el contacto y el disfrute de la música.

Luego de presentar avances de su proyecto y temáticas afines al mismo en congresos en Chaco y en Santiago de Chile, “Elsi”, como la suelen llamar, fue seleccionada por el Ministerio de Cultura de la Nación, en el marco del Programa Bec. Ar, para continuar sus indagaciones en Colombia.

Mucho más que música
“Viajé a fines de enero y estuve todo febrero en Colombia trabajando sobre este proyecto. Hice mi trabajo de observación de orquesta en Bogotá, en la Fundación Nacional Batuta, que desde el año 1991 trabaja a través de la iniciativa Música para la Reconciliación con las víctimas del conflicto armado que dicho país sufrió durante décadas”, contó Elsa.

“Yo antes era un patán, me portaba mal, hacía lío, no respetaba nada. Ahora no soy más así. Quiero conocer el mundo, ser músico, estudiar”. La frase, dicha a Elsi por uno de los niños que participan del proyecto en Colombia, fue para ella la reafirmación del valor que tienen las orquestas infantojuveniles.

Ella asegura que éstas “tienen efectos concretos sobre los niños y niñas” tanto desde el nivel de organización, como desde la comprensión, y lo que implica “el entablar un diálogo con el otro, escuchar, compartir, colaborar y mejorar la relación que tienen con otros niños y con el entorno, con sus padres y maestros”.

Si bien pudo obtener valiosa información e interesantes testimonios para complementar sus búsquedas a partir de similitudes entre ambos países, a Elsa también le fue provechoso reparar en las diferencias: “una de las cuestiones interesantes que tienen desde la gestión cultural es que se vinculan con las empresas privadas. En ese sentido, desde la cultura, nosotros tenemos nuestros resquemores o reparos en vincularnos con los sectores privados. Para nosotros es el Estado el que debe hacerse cargo de las políticas culturales. En ese sentido, Colombia es un país diferente al nuestro”.

Elsa (primera desde la derecha) en Colombia, en una de las actividades pautadas como parte de su trabajo de investigación. Foto: Elsa Martínez.

Experiencia internacional
Luego de hacer el balance de lo vivido, y al tiempo que comienza a vincular con su trabajo en Villa Inflamable toda la información recolectada, Elsa no duda en recomendar a otros estudiantes las experiencias académicas de ese tipo enmarcadas en los procesos de internacionalización de la educación superior.

“Es una experiencia que hay que hacer. Establecés un vínculo con otra cultura, con otro tipo de sociedad, aprendés a escuchar sin emitir juicios. A los estudiantes les digo que si tienen la oportunidad, no se la pierdan; que busquen colaboración dentro de la Universidad para poder presentarse a esas propuestas porque hay gente muy preparada que seguramente los va a ayudar”, aseguró.

El valor del trabajo colectivo
A punto de recibirse, Elsa Martínez Quintana no olvida el esfuerzo individual puesto durante toda la carrera y el haber pergeñado un proyecto que le valió ser escogida por el Ministerio de Cultura de la Nación entre numerosos candidatos y que la llevó a conocer diferentes países de Latinoamérica. Pero, para ella, nada de eso hubiera sido posible sin el acompañamiento del equipo y el trabajo colectivo: “hay un proyecto colectivo que me acompaña desde que ingresé a la Universidad. Nada es en la soledad. Uno puede leer en la soledad, puede escribir en la soledad, pero, aún en la investigación -que es un trabajo en soledad- necesitás la mirada de algún otro”, concluyó.

¿Arancelar? Un rotundo “no”
Su paso por otros países de Latinoamérica le permitió conocer más profundamente otros modelos de educación y valorar más aún el sistema educativo argentino. Por eso, al ser consultada por el proyecto presentado por el oficialismo para arancelar la educación superior para extranjeros, no lo duda: “no estoy de acuerdo con el arancelamiento porque, básicamente, tenemos una Constitución Nacional que habla del acceso libre y gratuito para todas y todos. Arancelar las carreras para otros hermanos latinoamericanos nos quita a nosotros la posibilidad de poder compartir con esas otras personas de diferentes países que incorporan a las clases numerosos conocimientos”.

Abril 2018 | Edición #63