La cultura en defensa de la democracia y en contra del golpe en Brasil

El prestigioso investigador brasilero Antonio Albino Canelas Rubim analiza el rol de la misma en el presente proceso de lucha y su relevancia política y social para asegurar los valores democráticos.

Por Antonio Albino Canelas Rubim*

En 2016, un nuevo tipo de golpe –mediático–jurídico–parlamentario– derribó a la presidenta de Brasil elegida en el año 2014, Dilma Rousseff. El golpe, tramado por fuerzas conservadoras internas y externas, implantó una agenda de “reformas” que atacan los derechos sociales del pueblo y a la democracia brasileña. La reducción de las inversiones sociales, la destrucción de los derechos de los trabajadores, el aniquilamiento de la previsión social pública, la venta ultrajante del patrimonio público, el desmantelamiento de las empresas estatales e innumerables medidas contrarias a los intereses de la mayoría de la población son parte de la receta neoliberal impuesta al país. Dentro de ellas, se destacan la extinción de diversos ministerios con políticas enfocadas hacia la ciudadanía, como el Ministerio de Cultura.

La lucha contra el golpe mediático–jurídico–parlamentario tiene muchos protagonistas. Los actores culturales, con excepciones mediocres, tomaron firme posición en defensa de la democracia. Ellos se movilizan, ocupan espacios e inventan modalidades creativas de lucha. Junto con los trabajadores urbanos y rurales organizados, la juventud y las mujeres, la cultura asumió un lugar destacado en el enfrentamiento al golpe.

La movilización de la cultura obtuvo la primera victoria significativa contra el gobierno golpista al revertir uno de los muchos retrocesos anunciados: la extinción del Ministerio de Cultura. La victoria estimuló la movilización de otros sectores de la sociedad, todos perjudicados por políticas regresivas. Esta conquista, aislada de otras y la derrota imprescindible del gobierno golpista, no asegura que políticas democráticas de diversidad cultural sean retomadas. En la composición del ministerio, Temer expresó de modo contundente que el Gobierno no alberga las diversidades sociales y culturales brasileras. En él no caben políticas (democráticas) para jóvenes, mujeres, negros, comunidades LGBT, derechos humanos, ciencia y tecnología, comunicaciones, agricultura familiar, reforma agraria, cultura, entre otras.

El mundo de la cultura se movilizó activamente contra el golpe enmascarado de “impeachment”. Después de efectuado el golpe en agosto de 2016, el medio cultural, con pobres excepciones, se colocó claramente en una posición a favor de “Fora Temer” y poco después de “Diretas Já” (elecciones directas). La comunidad cultural estuvo al frente de importantes manifestaciones con dichas reivindicaciones, como los showmícios llevados a cabo en diferentes ciudades brasileñas, por ejemplo Río de Janeiro, São Paulo, Salvador, Belo Horizonte y Porto Alegre. En campañas en las redes sociales la presencia de agentes culturales fue constante contra el golpe y a favor de la democracia.

La actual coyuntura brasileña impone que el lugar de la cultura en el proceso de transformación del país sea repensado por los sectores democráticos. Esta debe adquirir un lugar estratégico. Es imposible que la cultura continúe marginada y no tenga centralidad en el modelo de desarrollo brasilero. Como dijo el ex-ministro Gilberto Gil, la cultura no puede continuar siendo concebida como la cereza de la torta. En el presente proceso de lucha, ésta no solo reafirmó su relevancia política, sino que también demostró que la transformación de la sociedad no puede prescindir de políticas culturales que aseguren la hegemonía de culturas y valores radicalmente democráticos.

*Investigador del CNPq y del Centro de Estudos Multidisciplinares em Cultura (CULT). Profesor del Programa Multidisciplinar de Posgrado en Cultura y Sociedad de la Universidade Federal da Bahía (UFBA) - Brasil.

Traducción: Leticia Marrone.