La economía argentina en su laberinto

La escalada de precios parece no tener fin y afecta los niveles de consumo de la población. ¿Qué sucederá en los próximos meses? Todo lo que hay que saber para comprender el panorama económico actual.

Por Mg. Santiago Fraschina | Director de la Licenciatura en Economía - UNDAV

Una de las claves económicas para pensar los próximos meses sigue siendo el combate abierto contra la inflación. Como se sabe, la inflación se disparó en 2016, ubicándose en los niveles más altos de los últimos catorce años. La batería de medidas económicas que se implementaron avivó la escalada de precios, lo cual afectó los niveles de consumo de la población y atentó contra el desarrollo del mercado interno.

Entre las decisiones de gestión que repercutieron sobre los precios en el año pasado, se cuentan la brusca devaluación inicial, la eliminación (o fuerte baja) de las retenciones a las exportaciones agrarias y la quita de subsidios a los servicios públicos. Dada la inercia inflacionaria y la estructura de la competencia en nuestro país, se produjo una inmediata transferencia de los costos de productores y comerciantes a los precios, con la consecuente licuación de los efectos del cambio en los precios relativos después de la corrección cambiaria.

A pesar de la retórica antiinflacionaria, el combo de medidas implementadas en este segundo año no parece contribuir a solucionar el problema. En la actualidad, se avanza en la fase decisiva de un programa monetario llamado “metas de inflación”, que establece como objetivo un sendero de desaceleración del ritmo de aumento de precios. Las chances de este problema dependen básicamente de dos factores: el freno en el proceso de reajuste tarifario en los servicios públicos y el disciplinamiento de la puja distributiva. La primera de las dos tiene que ver con la decisión del gobierno de amainar su intención de suprimir los subsidios a los consumidores de servicios básicos para converger a un esquema donde los precios se fijen libremente. La segunda, gravita en el saldo de las negociaciones colectivas de trabajo de este año.

Con todo, es difícil no pensar en un “juego de suma cero” o un problema de “manta corta” donde difícilmente a lo largo de 2017 se logre cumplir el objetivo conjunto de aminorar la marcha de los precios evitando, a su vez, un segundo año de pérdida de poder adquisitivo para las mayorías populares.