La educación como derecho

Mucho más que una escuela

con información compartió una tarde con los estudiantes, docentes y directivos de la Escuela Secundaria Técnica de la Universidad Nacional de Avellaneda, un proyecto de inclusión social que nació en el 2014. Experiencias y relatos de una institución diferente.

“Este silencio está hablando”, dice el director de la Escuela Secundaria Técnica de la Universidad Nacional de Avellaneda (UNDAV), Ing. Armando Franconieri. La quietud del patio es el correlato de la concentración de los estudiantes en las aulas. Las únicas que parecen expresarse desde las paredes son algunas leyendas motivacionales escritas a todo color. “No mires nunca de dónde vienes sino a dónde vas”, dice una. “La escuela te enseña cosas que en la calle no aprendés”, reza otra. “La educación es el arma más poderosa que puedes usar para cambiar el mundo”, puede leerse más allá. No son simplemente frases, sino lemas para la vida misma.

“Esto costó y sigue costando”, reconoce Armando. Pero puede lograrse porque “todo el mundo -docentes, coordinadores, directivos y estudiantes-, tira para el mismo lado”. “Tratamos de que se apropien de la escuela con respeto. Hay chicos que tienen hábitos y otros a los cuales hay que enseñárselos. Quienes van teniendo ese sentido de pertenencia, son, sobre todo, los que están hace uno o dos años”, asegura.

La escuela se encuentra ubicada en la calle Pasaje 3, entre Lincoln y Raquel Español, en la localidad de Wilde. Ofrece una certificación de Auxiliar en Construcciones luego de aprobar un Ciclo Básico Común de tres años, el cual acredita para todas las escuelas secundarias. Asimismo, otorga el título de Maestro Mayor de Obras al finalizar un Ciclo Superior de cuatro años. Pero el sueño de este proyecto comenzó en otro sitio.

Los comienzos

El primer día de clases, después de intensos preparativos, tuvo lugar en la calurosa mañana del lunes 17 de marzo de 2014. En ese entonces la escuela estaba situada en un edificio del Programa Envión, en la Isla Maciel.

Nació como un proyecto de inclusión social público y gratuito del Programa de Nuevas Escuelas Secundarias Dependientes de Universidades Nacionales, a partir de un convenio entre el otrora denominado Ministerio de Educación de la Nación, el Municipio de Avellaneda y la UNDAV.

El rector de la UNDAV, Ing. Jorge Calzoni, sintetiza la esencia de la Institución: “El proyecto que alumbró el nacimiento de nuestra escuela secundaria planteaba un modelo de colegio distinto, con características particulares en cuanto a implementación, metodología de la enseñanza, participación comunitaria y, sobre todo, compromiso con los chicos que concurren”.

“La escuela creció”, dice sin dudar el docente de Matemática Eduardo Kiper. “Desde nuestros inicios en Maciel a la fecha se ha dado un cambio increíble. Entre otras cosas, ha habido un aumento de la matrícula en forma muy pareja, más allá de las dificultades de los chicos y de sus familias para sostener la asistencia”, explica.

Hoy, la escuela cuenta con 150 estudiantes inscriptos y miras de continuar creciendo año a año. “En el barrio los chicos nos dicen que se quieren anotar. La Institución ya logró un espacio importante en la zona”, enfatiza la vicedirectora Académica, Claudia Andrea Giménez.

Mucho más que una escuela
Si hay algo que distingue a la Escuela Secundaria Técnica de la UNDAV es el compromiso de sus docentes con los chicos y chicas.

“Ya somos parte de la escenografía. Nos identifican como parte de la comunidad. Estamos presentes”, dice Kiper, quien a modo de ejemplo cuenta que junto a otros docentes salen a recorrer el barrio y a buscar a los estudiantes en las mañanas de lluvia en las que es muy común que no asistan a clases.

Los alumnos lo reconocen y valoran. “Me gusta mucho esta escuela por la atención y el afecto que tienen los profesores por los chicos. En otras escuelas no es así”, cuenta Juan Marcelo, de 3° año.

“Es muy particular en los formatos escolares que tiene, en el equipo que tiene. Se toma a los chicos en su integridad y en su derecho a la educación secundaria obligatoria y, si no vienen o si las familias no se ocupan de mandarlos, se va a buscar a los chicos a la casa, se hace intervención de niñez”, señala Giménez, quien, con 29 años de docencia, conoce a fondo el tema. “Y, luego, también es un rasgo importante de destacar el tema del ingreso, la permanencia y el egreso. Se trata de hacerse cargo de los chicos y ofrecerle a cada uno lo que va necesitando porque no todos, por diferentes razones, pueden responder a una situación áulica. Esto sucede porque no tienen hábitos de trabajo, porque les cuestan las construcciones colectivas o todavía necesitan una demanda de ‘uno a uno’. Entonces, para esos chicos les organizamos trayectorias paralelas; un circuito académico que tiene que ver con atender a las necesidades que tienen”, detalla.

Más allá de lo estrictamente académico, a los estudiantes, muchos de los cuales viven circunstancias familiares, sociales y económicas complejas, se les brinda una contención en diferentes sentidos. Así, por ejemplo, en la escuela tienen la posibilidad de desayunar, almorzar y merendar.

“El tema de la cultura del amor y de la presencia es relevante. Nos escuchan con respeto porque los chicos se sienten muy respetados y muy queridos. Muchos de ellos son chicos a los cuales el sistema excluyó. Somos una escuela que interviene. No dejamos que sucedan las cosas porque transcurren a 200 metros de la Institución y no tenemos responsabilidad civil. Nos hacemos cargo y eso los chicos lo entienden. Esto es distintivo y no es algo frecuente. Los estudiantes sonríen, saludan, quieren estar”, comenta la vicedirectora Académica.

Educación de calidad
La doble escolaridad que brinda y que se extiende hasta las 17 horas es, sin dudas, otro de sus rasgos distintivos. Ello permite desplegar un abanico de propuestas educativas y actividades académicas variadas, que incluyen el idioma, la cultura, el deporte y la tecnología, además del trabajo en talleres.

Cuenta con 1° 2° y 3° año y tres ejes temáticos: Formación General, Formación Científico Tecnológica y Formación Técnica. En tanto que, hasta el momento, 4° año sólo ha abierto los dos primeros.

“La escuela no aspira solamente a la inclusión sino también a la calidad educativa. Se trata de un proyecto bilingüe, con mucha carga horaria de inglés. También se le da lugar al arte y a la educación física”, describe el Director, quien anticipa que está previsto un Taller de Informática.

Por otro lado, Giménez también hace hincapié en la situación de oficio: “Por ejemplo, hay un proyecto para armar una mesa de trabajo, la alacena de la cocina, arreglar algún mueble de alguien que lo necesite. Ellos también precisan ver a corto plazo la aplicación de sus conocimientos. Allí hay otro recorrido que es muy distintivo. En un sistema formal no existen esas alternativas”.

“La escuela tiene una sola especialidad que abre muchas puertas y tiene un perfil muy independiente que es el de Técnico Maestro Mayor de Obras. Así que hay todo un abanico de posibilidades futuras de trabajo”, dice en ese sentido Franconieri.

Otra de las propuestas destacadas que despierta el entusiasmo de los estudiantes es el Programa de Orquestas y Coros Infantiles y Juveniles para el Bicentenario. Desde el 2015, profesores que forman parte de esta iniciativa dan clases y ensayan dos veces por semana con ellos.

“Vengo a la escuela desde el 2015. Me anoté apenas terminé el primario. Me gusta mucho aprender Matemática pero también soy flautista en la orquesta de la escuela”, dice Emanuel, de 14 años, a quien el día de mañana le gustaría ser médico para “ayudar a otros y curar enfermedades”.

Además, como parte de la propuesta formativa, a los estudiantes se les habla de las drogas, del respeto al otro, de la solidaridad y de los valores de una sociedad democrática.

La cuestión edilicia
Con el crecimiento de la matrícula y las exigencias propias de una propuesta educativa que incluye el trabajo en talleres y laboratorios, el edificio que alberga a la escuela comienza a quedar chico, a pesar que también utiliza un número de aulas cedidas por el Municipio de Avellaneda en un predio cercano.

“Hoy podemos decir con orgullo que muchas de las metas propuestas se cumplieron. Sólo nos queda pendiente -ni más ni menos- el edificio. Es una pena que aún los chicos no puedan tener un mejor lugar donde formarse, al igual que algunos programas como el de Coros y Orquestas Infantiles y Juveniles”, afirma el Ing. Calzoni.

En esa línea de ideas, Franconieri cree que “el Estado debería tener una apuesta un poco más firme con este tipo de escuelas en todo el país. Realmente se necesita”.

“Sabemos muy bien que el hábitat y el entorno influyen en la formación. Mejoraría aún más lo pedagógico, lo inclusivo y la calidad si se tuviera un edificio más apto. Sería más sano para todos, tanto adultos como chicos. A veces en un recinto tan acotado nos vemos agobiados”, sostiene.

“Independientemente de las posturas ideológicas o políticas de los gestores de turno, ojalá en nuestro país acordemos entre todos que nuestros niños y niñas tengan las mismas oportunidades educativas, sin importar dónde nacieron o dónde viven. Y para lograrlo el Estado es fundamental”, reflexiona y anhela Calzoni.

Así, a pesar de las dificultades que surgen, más allá de las contingencias y circunstancias propias del contexto, la Escuela Secundaria Técnica de la Universidad Nacional de Avellaneda continúa a paso firme su andadura por la senda de la inclusión y la educación de calidad.



ELLOS DICEN

Juan Marcelo – 3°año (14 años)
“Me encanta venir a la escuela. Me gusta por la atención y el afecto que tienen los profesores por los chicos. En otras escuelas no es así. Acá nos divertimos y hacemos un montón de cosas. Trabajamos de una forma divertida, que es mejor. Mis materias favoritas son Geografía y Biología. El día de mañana me gustaría estudiar Agronomía o Ciencias Ambientales”.

Rocío – 2° año (15 años)
“Lo que más me gusta de la escuela es la atención de los docentes y de los directivos. En otras escuelas no tienen el mismo trato que tienen acá, donde te apoyan un montón. Son muy buenos. Las materias que más me gustan son Biología y Físico Química. No sé qué carrera querría seguir mañana pero me gustaría ayudar a la gente de la calle”.

Facundo – 4° año (16 años)
“Es un buen colegio con buen nivel también. Lo que más me gusta son los talleres, la parte técnica. Es algo que puede llegar a servir al terminar el colegio. Este año me dan el título intermedio y estoy con más pilas porque veo que falta poco. Cuando termine me gustaría ser Maestro Mayor de Obras o tal vez seguir Arquitectura o Ingeniería”.

Emanuel – 2° año (14 años)
“Vengo a la escuela desde el 2015. Me anoté apenas terminé el primario. Me gusta mucho aprender Matemática pero también soy flautista en la orquesta de la escuela y tuvimos la oportunidad de tocar en el Teatro Roma, de Avellaneda. Cuando termine me gustaría ser médico para ayudar a otras personas y curar enfermedades”.



UNA JORNADA DEPORTIVA Y SOLIDARIA

Una vez más, la comunidad universitaria de la Universidad Nacional de Avellaneda dijo presente e hizo manifiesta la solidaridad que la caracteriza, en esta ocasión en el marco del Torneo Solidario “Malvinas Argentinas”, llevado a cabo el sábado 1 de abril a beneficio de la Escuela Secundaria Técnica UNDAV, con la presencia del rector, Ing. Jorge Calzoni.
A partir de la organización de la Asociación No Docente de la UNDAV (ANDUNA) y la Dirección de Bienestar Universitario, se recolectaron alimentos no precederos y se hizo entrega de una heladera por parte de ANDUNA, además de donaciones de trabajadores no docentes y autoridades, y de lo recaudado durante la jornada en el buffet.