Otra forma de habitar el espacio urbano

Reflexiones acerca de la ciudad como sitio de reconocimiento de la dignidad del colectivo social. Un análisis de la experiencia del Barrio Alto Comedero, en Jujuy.

Fotografía: http://www.locotonoticias.com.ar
En Alto Comedero, sus habitantes no se consideran beneficiarios de planes oficiales sino ciudadanos y ciudadanas demandantes
de derechos que deciden a través de la autogestión producir su propio hábitat.

Por Arq. Jaime Sorin | Decano del Departamento de Arquitectura, Diseño y Urbanismo

Un asombrado crítico de arquitectura inglés, de visita en Jujuy, se preguntaba cómo consiguió la Túpac Amaru dar vivienda a miles de personas sin contratar a ninguna empresa constructora. De alguna manera se lo responde a si mismo: “el logro de Túpac Amaru está en haber apartado unas cuantas casillas de territorio independiente en el tablero de juego del neoliberalismo”. Esto sucedía en el 2014. Tres años después Milagro Sala es una presa política y las instalaciones sociales y los lugares de trabajo que permitieron la existencia del Barrio Alto Comedero y otros a lo largo de Jujuy van camino a la destrucción vandálica fruto del odio de clase y el sentimiento de venganza de aquellos a los que la Túpac negó la posibilidad de seguir maximizando sus ganancias a costa de las necesidades básicas de la comunidad. Y no solo esto, permitió que una comunidad estigmatizada y segregada tuviera los mismos derechos que cualquier ciudadano.

La experiencia desarrollada por la Túpac solo se comprende aceptando que se habita desde lo simbólico, desde las diversas biografías, imágenes, prácticas y formas de vivir. Y que la vivienda es un bien de uso y un derecho humano básico y no un bien de cambio a negociar en el mercado. Partiendo de estos supuestos se apeló a un Proyecto Común, a un modelo de sociedad en la que construir un techo no es suficiente sino se construye Ciudad, o sea, sino se rechaza la segregación social producida a través de la fragmentación territorial y la descalificación del entorno. De aquí que sus habitantes no se consideraran beneficiarios de planes oficiales sino ciudadanos y ciudadanas demandantes de derechos que deciden a través de la autogestión producir su propio hábitat.

Se adoptó así una herramienta productiva –la cooperativa- que permite el uso más adecuado de los recursos y que por definición no tiene fines de lucro; no existen los beneficios de empresa, tampoco las comisiones de intermediación, ni los costos provenientes de la especulación del mercado. Es el propio grupo el que toma las decisiones, reforzando el sentido de pertenencia y el compromiso con el proyecto.

Partiendo de un programa estatal (Programa Socio-Comunitario de Inclusión Social, ex Emergencia Habitacional) cuyo objetivo era contribuir a la recuperación del empleo, se lo transformó en un instrumento para la Producción Social del Hábitat, incluyendo de entrada todo aquello que convierte al conjunto en un barrio más integrado y de mejor calidad: escuelas, centro de salud, parques para la recreación, presencia de los servicios públicos y (fundamentalmente) lugares de trabajo que garantizaran la perdurabilidad de la condición urbana.

Esto último ocupó un lugar central ya que no sólo permitió multiplicar las fuentes de empleo sino abaratar los costos hasta un punto tal que, a pesar de recibir por vivienda un importe mucho menor que las empresas constructoras, se generaron ahorros suficientes como para que el espacio urbano fuera el lugar de reconocimiento de la dignidad del colectivo social y de cada uno de sus integrantes.

En este sentido, el desarrollo y accionar activo de la Túpac estuvo inequívocamente unido y fue posible en diálogo con un Estado dispuesto a la restitución y generación de los derechos sociales y culturales.

Debemos señalar que se generaron 3800 puestos de trabajo, siendo la tercera empleadora en la Provincia. Que 2500 se emplearon en la construcción de viviendas y el resto fue parte de una inversión social genuina y complementaria en atención a la salud, educación, deportes cultura, atención a jubilados, pueblos originarios, bibliotecas, prensa, etc., gestionada a través de la forma de organización cooperativa y asamblearia que reguló las decisiones sobre los recursos y las reglas colectivas que aseguraban la convivencia.

Hay dos frases que están presentes en todas las obras de la Túpac y que ayudan a comprender su tarea: “Campesino tu patrón nunca más comerá de tu pobreza” y (fundamental para estas líneas) “Luchamos por más trabajo, salud, educación y vivienda digna”, así, en ese orden.