Historias de Avellaneda

La creación del área industrial
Foto ilustrativa

Mediante un decreto de fecha 31 de mayo de 1822, originado en el despacho del ministro Bernardino Rivadavia, se dispuso el traslado de las barracas, saladeros, fábricas de jabón y curtiembres a las inmediaciones del Riachuelo. Quedaba así fijada la creación del área industrial del Riachuelo, principio de planificación de una zona que apenas ochenta años más tarde iba a conformar la estructura portuaria y fabril de Buenos Aires y futuro embrión del cinturón industrial del conurbano.

La idea del Ministro tendía a alejar las radicaciones industriales típicas del país de la parte urbana de la ciudad y concentrarlas en el Riachuelo, puerto de las Barracas donde se desarrollaba un activo comercio de frutos y había una regular cantidad de galpones de almacenaje.

Durante treinta años, la instalación de saladeros, barracas, graserías y curtiembres, quedó sólo controlada por la aplicación del decreto de 1822, que convenía a los propietarios y comerciantes. En materia de control de formas de higiene y de urbanismo nada se hizo y la formación de la comunidad obedeció a las particularidades del área y al capricho, necesidades y capacidad económica de sus integrantes.

Fue así que se mezcló el rancho de adobe con la casa de azotea, el patio con los corrales, el jardín o la huerta con la canaleta de los líquidos residuales, las calles fueron trazadas por los pies de los transeúntes, las ruedas de los carros o de las zorras o por los novillados.

Las riberas del río eran depósitos de desechos fermentados y de pilas de huesos en quemazón, cuyo humo se mezclaba al de la grasa, enrareciendo el aire y llevando los olores nauseabundos hasta la ciudad misma.

Fuente: Diario La Ciudad de Avellaneda.

Noviembre 2022 | Edición #109