Editorial
Reflexiones y consideraciones del Rector de la Universidad Nacional de Avellaneda a propósito de la distinción otorgada a la ex mandataria.
Por Ing. Jorge Calzoni | Rector de la Universidad Nacional de Avellaneda
La Universidad Nacional de Avellaneda (UNDAV), a través de su Consejo Superior, concedió su primer Honoris Causa a la Dra. Cristina Fernández de Kirchner; más allá de los considerandos, me permito reflexionar al respecto.
Si bien la creación de la UNDAV atravesó muchas instancias, intentos vanos e infructuosos a lo largo del tiempo, la Ley del Congreso Nacional dio luz durante el primer mandato de Cristina como Presidenta de la Nación. Allí radicó la decisión política de que Avellaneda tuviera una universidad propia, dado que alberga una sede de la Universidad Tecnológica Nacional y otra sede de la Universidad de Buenos Aires, ambas instituciones prestigiosas pero con una oferta académica muy limitada para los estudiantes de la región.
Los doctorados Honoris Causa son un reconocimiento a la trayectoria de personalidades que hubieren influido en la institución que los entrega. Es una decisión del máximo órgano de cogobierno de las instituciones universitarias y, por ende, una decisión política apoyada en fundamentaciones de carácter académico, de la investigación, la extensión universitaria, la transferencia o de la propia gestión.
Por ello no se trata sólo de apoyar una Ley de creación sino del permanente apoyo al desarrollo de políticas públicas educativas, programas de infraestructura, equipamiento, creación y desarrollo del Ministerio de Ciencia y Tecnología -el mayor presupuesto en décadas-, programas Raíces de repatriación de científicos argentinos en el exterior, la creación de Arsat, el plan nuclear y satelital, la recuperación de YPF y Aerolíneas Argentinas, políticas de Derechos Humanos, género, accesibilidad, etc.
Pero, tal vez, el dato más aleccionador es una decisión simbólica, no económica. Cuando Néstor Kirchner asumió en un país que venía de la mayor crisis de su historia le solicitó a los Ministerios que las Universidades Públicas Nacionales fueran consultoras privilegiadas por el Estado. En ese Estado al que las consultoras privadas ya no tenían qué sacarle; lo habían vaciado, implementando una política que iniciara Eduardo Duhalde en su transición de aquel incierto año 2002.
En cambio, el primer gesto simbólico del actual Gobierno de Mauricio Macri fue suspender todos los convenios vigentes, salvo que los Ministros dispusieran continuarlos -de hecho, muchos de ellos continuaron-. Ello refleja principalmente una desconfianza hacia el Sistema Universitario Público Argentino, a diferencia de aquel gesto de confianza en el año 2003.
A veces me pregunto cómo se construye la confianza, y tiene que ver con el conocimiento, no se confía en quien no se conoce. No se confía en quienes ven una amenaza y no una oportunidad de crear un vínculo cuyo único propósito es una educación mejor para todos, con más inclusión, más calidad y más innovación.
Aspiro a que en el futuro reconozcamos y nos reconozcamos más allá de las coyunturas políticas, con la tranquilidad de pensar y pensarnos, en el pasado y en el futuro, procurando la grandeza de la Patria y la felicidad y paz del pueblo argentino.