Políticas públicas para reactivar y orientar la economía al desarrollo

Delfina Rossi y Ariel Maidana, parte del equipo docente de la Especialización en Gestión del Desarrollo Territorial y Urbano, analizan el escenario latinoamericano e invitan a reflexionar acerca de las razones que obstaculizan el crecimiento en la región.

Foto ilustrativa

Por Mg. Delfina Rossi y Lic. Ariel Maidana*

América Latina es la región más desigual del mundo, principalmente por la concentración de la riqueza en actividades ligadas a la explotación de nuestros recursos naturales y debido a que los procesos de industrialización fueron frustrados por gobiernos neoliberales, de facto o democráticos. Esta característica, que da origen una heterogeneidad productiva, o una estructura productiva desequilibrada (diría Diamand) hace que hablar aquí de desarrollo económico sea un desafío.

Sin embargo, pandemia del COVID-19 mediante, se vuelve imperioso realizar una reflexión sobre la efectividad de las políticas públicas para, en primer lugar, la reactivación económica, y en segundo lugar, la capacidad de las mismas de contribuir al desarrollo. Nos proponemos aquí identificar algunos obstáculos al desarrollo que América Latina enfrenta y pensar algunos elementos que creemos que no podrían faltar en una agenda de desarrollo.

Desde nuestra mirada, creemos que no podemos hablar de desarrollo sin hablar de sustentabilidad tanto ambiental como social, y de la inclusión de toda la población con equidad. Para este análisis es fundamental tener en cuenta el contexto geopolítico y las relaciones desiguales entre los países y regiones del mundo.

Está claro que en nuestra región los intentos de establecer políticas de Estado orientadas al desarrollo no han sobrevivido a los gobiernos neoliberales, que han debilitado las capacidades de los Estados para llevar adelante esa empresa, además de aquellas orientadas a garantizar derechos como la salud y la educación. Por el mismo motivo tampoco ha habido una continuidad en las iniciativas de integración regional. Por una cuestión de escala, América Latina tiene muchas mayores posibilidades de ser exitosa en un proyecto de desarrollo económico si lo lleva adelante como una empresa conjunta, y no como esfuerzos separados por países. A mayor escala, mayores mercados, más posibilidades de hacer frente a la restricción externa y mejor posición geopolítica. Pero mientras algunos gobiernos buscaron, aún con dificultades, avanzar en un proceso autónomo de integración, otros cortaron esos procesos buscando acuerdos con países centrales que reforzaban la dependencia.

Un proyecto de desarrollo requiere un gran acuerdo dentro y entre las naciones de la región, y establecer políticas de Estado que trasciendan a las gestiones de gobierno. Dicho acuerdo debe reconocer el lugar irremplazable del Estado para dirigir el proceso de desarrollo, estableciendo incentivos a la inversión y reinversión en sectores clave, pero no limitándose a eso, sino también haciéndose cargo de un rol emprendedor. Tal como afirma Mariana Mazzucatto, el Estado tiene una capacidad única de asumir los riesgos necesarios para producir las innovaciones tecnológicas que luego las empresas privadas incorporan en sus productos. Siguiendo a la misma autora, creemos que es fundamental para la sustentabilidad de este proceso que se evite caer en una situación donde los riesgos y las pérdidas se socialicen y las ganancias se privaticen.

Claro que no es fácil, pero solo sosteniendo en el tiempo estos amplios acuerdos podremos evitar que nuestro avance hacia el desarrollo quede otra vez trunco.

* Parte del equipo docente de la Especialización en Gestión del Desarrollo Territorial y Urbano (EGDTU), en el marco del seminario “Competitividad y productividad en entornos metropolitanos”.



Octubre 2021 | Edición #98