Editorial
El sistema universitario argentino y su relevancia

Por Ing. Jorge Calzoni | Rector de la Universidad Nacional de Avellaneda

Según el último informe de la Secretaría de Políticas Universitarias (SPU) -dependiente del Ministerio de Educación de la Nación-, que contempla el período 2019-2020, Argentina cuenta en su sistema universitario con 2.343.587 estudiantes, 11.245 carreras de pregrado, grado y posgrado y un total de 131 universidades, de las cuales 56 son nacionales.

Un sistema, en su conjunto, de gestión estatal o privada, que ha sido capaz de evolucionar de acuerdo con su larga tradición de calidad y de incorporar, en el nuevo siglo, pertinencia y un respeto insoslayable por los derechos humanos, tanto en la defensa de aquellos instalados por nuestra sociedad a través de sus diversos organismos, como en la ampliación de nuevos derechos, sobre todo en este último periodo.

La universidad argentina, aun con sus heterogeneidades, presenta rasgos comunes. Se trata de un sistema verdaderamente democrático y plural, capaz de resolver situaciones contrarias a esos valores con base en el ejercicio de su propia autonomía, ejemplo de consensos y convivencia.

Somos respetados internacionalmente por estos valores, por una historia de luchas, por la territorialidad de nuestra extensión universitaria, por la solidaridad en las situaciones más extremas (la pandemia es un ejemplo palpable), por nuestros premios nobel y por la enorme capacidad en investigación y desarrollo tecnológico alcanzado, no menos que por su pensamiento crítico, fuente de debates, de revisiones y de mejoramiento, y de una permanente proyección hacia el futuro.

No tenemos duda de que la universidad como generadora y constructora de conocimientos es irremplazable. Pensar que corporaciones o “enlatados” —hipótesis que, desdichadamente, se contemplan— pueden reemplazarla parece fútil, tal como es imposible sustituir la vida universitaria, sus vínculos y las relaciones que construyen y que, todas juntas, contribuyen a forjar el “ser universitario”, algo que va mucho más allá de ser simplemente un/a estudiante.

Quisiéramos extendernos más sobre esto, que constituye una de nuestras pasiones recurrentes, pero digamos en el breve espacio que nos permite este artículo que, en tiempos confusos, hay que tratar, por lo menos, de no aportar a mayor confusión, lo que, en general, suele venir de la mano de malas intenciones.

Volvamos ahora al informe de la SPU. El 60% de los/as estudiantes se nutren de las Ciencias Sociales (37,5%) y Humanas (19.6%), el resto se distribuye en: un 20.4% en Ciencias Aplicadas, 19% en Ciencias de la Salud y 2,6 % en Ciencias Básicas. Se pueden sacar diversas interpretaciones de los porcentajes referidos y ponderarlos desde muchos ángulos posibles. Digamos que, en todo caso, un Estado debe planificar su desarrollo y orientar.

Las becas tienen el propósito de ir en esa dirección. Por ello celebramos el Programa de Becas Estratégicas Manuel Belgrano, un sistema que se propone promover el acceso, la permanencia y la finalización de estudios de grado y pregrado en ocho áreas de políticas públicas consideradas clave para el desarrollo económico del país y la igualdad social, orientadas a las áreas consideradas de vacancia, necesarias para un verdadero desarrollo nacional. Este Programa se suma a la recientemente sancionada Ley de Inversión en el Sistema de Ciencia, Técnica e Innovación, tan bastardeado en tiempos neoliberales, que considera que sólo el mercado orienta las vocaciones. Es por eso que, en el fondo, les resulta insostenible la gratuidad educativa; ni hablar de un sistema de becas.

Hemos visto cómo en Colombia el colectivo estudiantil lucha por el derecho a la educación, mientras que otro tanto hemos advertido que ocurre en la república hermana de Chile, entre otras luchas planteadas en esas comunidades.

Otro dato a considerar es que el 22,7% de los/as estudiantes cambia de carrera en el segundo año. Aquí debemos trabajar antes en las vocaciones de los/as futuros/as estudiantes. Si bien existen múltiples factores, es un número elevado que podría disminuirse con un trabajo previo. Históricamente, el cambio de carreras obedeció a situaciones recurrentes, sobre las que no nos extenderemos aquí, pero es algo que debe ocuparnos para ayudar a nuestros/as jóvenes a mejorar esta variable.

Los números, bien lo sabemos, son simplemente un espejo en donde observar situaciones y plantear correcciones. Lo que consideramos indispensable subrayar, es que quizás el valor más importante de la universidad pública argentina sea el orgullo que los distintos claustros sienten por pertenecer a ella y por el compromiso que nos une en su defensa inclaudicable que atravesó los momentos más turbios de nuestra historia.



Julio 2021 | Edición #95